Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
2° Crónicas 17
1 Entonces su hijo Josafat reinó en su lugar, y afirmó su dominio sobre Israel.
2 Puso tropas en todas las ciudades fortificadas de Judá, y puso guarniciones en la tierra de Judá y en las ciudades de Efraín que su padre Asa había tomado.
3 Y el Señor estuvo con Josafat porque anduvo en los primeros caminos de su padre David y no buscó a los baales,
4 sino que buscó al Dios de su padre, anduvo en sus mandamientos y no hizo como Israel.
5 El Señor, pues, afirmó el reino bajo su mano; y todo Judá trajo tributo a Josafat, y tuvo grandes riquezas y honores.
6 Y su corazón se entusiasmó en los caminos del Señor, y además quitó de Judá los lugares altos y las Aseras.
7 En el año tercero de su reinado envió a sus oficiales Ben-hail, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías, para que enseñaran en las ciudades de Judá;
8 y con ellos a los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías, levitas todos; y con éstos a los sacerdotes Elisama y Joram.
9 Ellos enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la ley del Señor; y recorrieron todas las ciudades de Judá y enseñaron al pueblo.
10 Y el terror del Señor vino sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá, y no hicieron guerra contra Josafat.
11 Y algunos de los filisteos trajeron presentes y plata como tributo a Josafat; también los árabes le trajeron rebaños: siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos.
12 Josafat se engrandecía más y más, y edificó fortalezas y ciudades de almacenaje en Judá.
13 Y tenía muchas provisiones en las ciudades de Judá, y hombres de guerra, valientes guerreros, en Jerusalén.
14 Este era su número según sus casas paternas: de Judá, de los comandantes de millares, Adnas era el comandante, y con él trescientos mil valientes guerreros;
15 después de él estaba el comandante Johanán, y con él doscientos ochenta mil;
16 y tras éste, Amasías, hijo de Zicri, que se ofreció voluntariamente al Señor, y con él doscientos mil valientes guerreros;
17 y de Benjamín, Eliada, un valiente guerrero, y con él doscientos mil armados de arco y escudo;
18 y después de éste, Jozabad, y con él ciento ochenta mil armados para la guerra.
19 Estos son los que sirvieron al rey, sin contar los que el rey puso en las ciudades fortificadas por todo Judá.
Apocalipsis 6
1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los siete sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes que decía, como con voz de trueno: Ven.
2 Miré, y he aquí, un caballo blanco; y el que estaba montado en él tenía un arco; se le dio una corona, y salió conquistando y para conquistar.
3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: Ven.
4 Entonces salió otro caballo, rojo; y al que estaba montado en él se le concedió quitar la paz de la tierra y que los hombres se mataran unos a otros; y se le dio una gran espada.
5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente que decía: Ven. Y miré, y he aquí, un caballo negro; y el que estaba montado en él tenía una balanza en la mano.
6 Y oí como una voz en medio de los cuatro seres vivientes que decía: Un litro de trigo por un denario, y tres litros de cebada por un denario, y no dañes el aceite y el vino.
7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: Ven.
8 Y miré, y he aquí, un caballo amarillento; y el que estaba montado en él se llamaba Muerte; y el Hades lo seguía. Y se les dio autoridad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con pestilencia y con las fieras de la tierra.
9 Cuando el Cordero abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que habían mantenido;
10 y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, oh Señor santo y verdadero, esperarás para juzgar y vengar nuestra sangre de los que moran en la tierra?
11 Y se les dio a cada uno una vestidura blanca; y se les dijo que descansaran un poco más de tiempo, hasta que se completara también el número de sus consiervos y de sus hermanos que habrían de ser muertos como ellos lo habían sido.
12 Vi cuando el Cordero abrió el sexto sello, y hubo un gran terremoto, y el sol se puso negro como cilicio hecho de cerda, y toda la luna se volvió como sangre,
13 y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como la higuera deja caer sus higos verdes al ser sacudida por un fuerte viento.
14 Y el cielo desapareció como un pergamino que se enrolla, y todo monte e isla fueron removidos de su lugar.
15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los comandantes, los ricos, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
16 y decían* a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros y escondednos de la presencia del que está sentado en el trono y de la ira del Cordero,
17 porque ha llegado el gran día de la ira de ellos, ¿y quién podrá sostenerse?
Zacarías 2
1 Entonces alcé los ojos y miré, y he aquí, vi un hombre con un cordel de medir en la mano.
2 Y le dije: ¿Adónde vas? Y me respondió: A medir a Jerusalén para ver cuánta es su anchura y cuánta su longitud.
3 Y he aquí, cuando el ángel que hablaba conmigo salía, otro ángel le salió al encuentro,
4 y le dijo: Corre, habla a ese joven, y dile: “Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganados dentro de ella.
5 “Y yo seré para ella” —declara el Señor— “una muralla de fuego en derredor, y gloria seré en medio de ella.”
6 ¡Ea, ea! Huid de la tierra del norte —declara el Señor— porque como a los cuatro vientos del cielo os dispersé yo —declara el Señor.
7 ¡Ea, Sion, tú que moras con la hija de Babilonia, escápate!
8 Porque así dice el Señor de los ejércitos, cuya gloria me ha enviado contra las naciones que os despojaron, porque el que os toca, toca la niña de su ojo:
9 He aquí, alzaré mi mano contra ellas, y serán despojo para sus esclavos. Entonces sabréis que el Señor de los ejércitos me ha enviado.
10 Canta de júbilo y alégrate, oh hija de Sion; porque he aquí, vengo, y habitaré en medio de ti —declara el Señor.
11 Y se unirán muchas naciones al Señor aquel día, y serán mi pueblo. Entonces habitaré en medio de ti, y sabrás que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti.
12 Y el Señor poseerá a Judá, su porción en la tierra santa, y escogerá de nuevo a Jerusalén.
13 Calle toda carne delante del Señor, porque El se ha levantado de su santa morada.
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