Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
2° Crónicas 30
1 Entonces Ezequías envió aviso por todo Israel y Judá, y también escribió cartas a Efraín y a Manasés, para que vinieran a la casa del Señor en Jerusalén a fin de celebrar la Pascua al Señor, Dios de Israel.
2 Pues el rey y sus príncipes y toda la asamblea en Jerusalén habían decidido celebrar la Pascua en el mes segundo,
3 porque no la habían podido celebrar a su debido tiempo, pues los sacerdotes no se habían santificado en número suficiente, ni el pueblo se había reunido en Jerusalén.
4 Y esto pareció bien a los ojos del rey y de toda la asamblea.
5 Así que proclamaron un decreto para hacer correr la voz por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, para que vinieran a celebrar la Pascua al Señor, Dios de Israel, en Jerusalén. Porque muchos no la habían celebrado como estaba escrito.
6 Y los mensajeros fueron por todo Israel y Judá con cartas de mano del rey y de sus príncipes, conforme al mandamiento del rey, diciendo: Hijos de Israel, volveos al Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, para que El se vuelva a aquellos de vosotros que escapasteis y que habéis quedado de la mano de los reyes de Asiria.
7 No seáis como vuestros padres y vuestros hermanos, que fueron infieles al Señor, Dios de sus padres, de modo que El los ha hecho objeto de horror, como vosotros veis.
8 Y no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres, sino someteos al Señor y entrad en su santuario, que El ha santificado para siempre, y servid al Señor vuestro Dios para que su ardiente ira se aparte de vosotros.
9 Porque si os volvéis al Señor, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán compasión delante de los que los llevaron cautivos, y volverán a esta tierra. Porque el Señor vuestro Dios es clemente y compasivo, y no apartará su rostro de vosotros si os volvéis a El.
10 Pasaron, pues, los correos de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y de Manasés y hasta Zabulón, pero los escarnecían y se burlaban de ellos.
11 No obstante, algunos hombres de Aser, de Manasés y de Zabulón se humillaron y vinieron a Jerusalén.
12 También sobre Judá estuvo la mano de Dios para darles un solo corazón a fin de hacer lo que el rey y los príncipes ordenaron conforme a la palabra del Señor.
13 Y se reunió mucha gente en Jerusalén en el mes segundo para celebrar la fiesta de los panes sin levadura; una asamblea muy grande.
14 Y se levantaron y quitaron los altares que había en Jerusalén; también quitaron todos los altares de incienso y los arrojaron al torrente Cedrón.
15 Entonces mataron los corderos de la Pascua el día catorce del mes segundo. Y los sacerdotes y los levitas, avergonzados, se santificaron y trajeron holocaustos a la casa del Señor.
16 Y se colocaron en sus puestos según su costumbre, conforme a la ley de Moisés, hombre de Dios; los sacerdotes rociaban la sangre que recibían de mano de los levitas.
17 Porque había muchos en la asamblea que no se habían santificado; por eso los levitas estaban encargados de la matanza de los corderos de la Pascua por todo el que estaba inmundo, para santificarlos al Señor.
18 Pues una gran multitud del pueblo, es decir, muchos de Efraín y de Manasés, de Isacar y de Zabulón, no se habían purificado; no obstante, comieron la Pascua contrario a lo escrito. Empero Ezequías oró por ellos, diciendo: Que el buen Señor perdone
19 a todo el que prepare su corazón para buscar a Dios el Señor, Dios de sus padres, aunque no lo haga conforme a los ritos de purificación del santuario.
20 Y oyó el Señor a Ezequías y sanó al pueblo.
21 Y los hijos de Israel que se hallaban en Jerusalén celebraron con gran alegría la fiesta de los panes sin levadura por siete días; y los levitas y los sacerdotes alababan al Señor día tras día, cantando con instrumentos resonantes al Señor.
22 Entonces Ezequías habló al corazón de todos los levitas que mostraban buen entendimiento en las cosas del Señor. Y comieron durante los siete días señalados, sacrificando ofrendas de paz y dando gracias al Señor, Dios de sus padres.
23 Y toda la asamblea determinó celebrar la fiesta otros siete días; y celebraron los siete días con alegría.
24 Porque Ezequías, rey de Judá, había contribuido a la asamblea mil novillos y siete mil ovejas; y los príncipes habían contribuido a la asamblea mil novillos y diez mil ovejas; y gran número de sacerdotes se santificaron.
25 Y se regocijó toda la asamblea de Judá, junto con los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo que vino de Israel, tanto los peregrinos que vinieron de la tierra de Israel como los que habitaban en Judá.
26 Y hubo gran regocijo en Jerusalén, porque desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén.
27 Entonces los sacerdotes levitas se levantaron y bendijeron al pueblo; y se oyó su voz, y su oración llegó hasta su santa morada, hasta los cielos.
Apocalipsis 16
1 Y oí una gran voz que desde el templo decía a los siete ángeles: Id y derramad en la tierra las siete copas del furor de Dios.
2 El primer ángel fue y derramó su copa en la tierra; y se produjo una llaga repugnante y maligna en los hombres que tenían la marca de la bestia y que adoraban su imagen.
3 El segundo ángel derramó su copa en el mar, y se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser viviente que había en el mar.
4 El tercer ángel derramó su copa en los ríos y en las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.
5 Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, el que eres, y el que eras, oh Santo, porque has juzgado estas cosas;
6 pues ellos derramaron sangre de santos y profetas y tú les has dado a beber sangre; lo merecen.
7 Y oí al altar, que decía: Sí, oh Señor Dios Todopoderoso, verdaderos y justos son tus juicios.
8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol; y al sol le fue dado quemar a los hombres con fuego.
9 Y los hombres fueron quemados con el intenso[g] calor; y blasfemaron el nombre de Dios que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se quedó en tinieblas, y se mordían la lengua de dolor.
11 Y blasfemaron contra el Dios del cielo por causa de sus dolores y de sus llagas, y no se arrepintieron de sus obras.
12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y sus aguas se secaron para que fuera preparado el camino para los reyes del oriente.
13 Y vi salir de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta, a tres espíritus inmundos semejantes a ranas;
14 pues son espíritus de demonios que hacen señales, los cuales van a los reyes de todo el mundo, a reunirlos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso.
15 (He aquí, vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus ropas, no sea que ande desnudo y vean su vergüenza.)
16 Y los reunieron en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.
17 Y el séptimo ángel derramó su copa en el aire; y una gran voz salió del templo, del trono, que decía: Hecho está.
18 Entonces hubo relámpagos, voces y truenos; y hubo un gran terremoto tal como no lo había habido desde que el hombre está sobre la tierra; fue tan grande y poderoso terremoto.
19 La gran ciudad quedó dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron. Y la gran Babilonia fue recordada delante de Dios para darle el cáliz del vino del furor de su ira.
20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados.
21 Y enormes granizos, como de un talento cada uno, cayeron sobre los hombres; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo, porque su plaga fue sumamente grande.
Zacarías 12
1 Profecía de la palabra del Señor acerca de Israel. El Señor que extiende los cielos, pone los cimientos de la tierra y forma el espíritu del hombre dentro de él, declara:
2 He aquí, yo haré de Jerusalén una copa de vértigo para todos los pueblos de alrededor, y cuando haya asedio contra Jerusalén, también lo habrá contra Judá.
3 Y sucederá aquel día que haré de Jerusalén una piedra pesada para todos los pueblos; todos los que la levanten serán severamente desgarrados. Y contra ella se congregarán todas las naciones de la tierra.
4 Aquel día —declara el Señor— heriré a todo caballo de espanto, y a su jinete, de locura. Pero sobre la casa de Judá abriré mis ojos, mientras hiero de ceguera a todo caballo de los pueblos.
5 Entonces los jefes de familias de Judá dirán en su corazón: “Gran apoyo para nosotros son los habitantes de Jerusalén por el Señor de los ejércitos, su Dios.”
6 Aquel día haré de los jefes de familias de Judá como brasero de fuego entre leños, y como antorcha ardiendo entre gavillas, y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos de alrededor, y Jerusalén será habitada de nuevo en su lugar, en Jerusalén.
7 El Señor salvará primero las tiendas de Judá, para que la gloria de la casa de David y la gloria de los habitantes de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá.
8 Aquel día el Señor defenderá a los habitantes de Jerusalén, y el débil entre ellos aquel día será como David, y la casa de David será como Dios, como el ángel del Señor delante de ellos.
9 Y sucederá aquel día que me dispondré a destruir a todas las naciones que vengan contra Jerusalén.
10 Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén, el Espíritu de gracia y de súplica, y me mirarán a mí, a quien han traspasado. Y se lamentarán por El, como quien se lamenta por un hijo único, y llorarán por El, como se llora por un primogénito.
11 Aquel día habrá gran lamentación en Jerusalén, como la lamentación de Hadad-rimón en la llanura de Meguido.
12 Y se lamentará la tierra, cada familia por su lado: la familia de la casa de David por su lado, y sus mujeres por su lado; la familia de la casa de Natán por su lado, y sus mujeres por su lado;
13 la familia de la casa de Leví por su lado, y sus mujeres por su lado; la familia de los simeítas por su lado, y sus mujeres por su lado;
14 todas las demás familias, cada familia por su lado, y sus mujeres por su lado.
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