Lorena: “En el Congreso para el Progreso aprendí a cambiar mi forma
de pensar. Dejé de ser empleada, usando la llave pude abrir mi empresa constructora.
Las puertas en mi vida económica se abrieron gracias a Dios. Ahora vivimos en un barrio privado en San Isidro, también conquistamos un auto de alta gama”.
Mariano: “Cuando llegué a la reunión del Congreso para el Progreso vivía de prestado. Pero comencé a participar de las reuniones y puse en práctica todo lo que me enseñaron.
Usé la llave y hoy tengo una empresa, mi casa, inclusive pude darle a mis hijas su propia casa y compramos lo que queremos. Las puertas en lo económico se abrieron”.
Viviana: “Cuando conocí el Congreso, mi fábrica de suéteres tenía muy poca producción. Confeccionaba entre 50 y 100 prendas, con ese número no me alcanzaba ni siquiera para el alquiler. A partir del momento en el que empecé a usar la llave, empecé a tener mayor producción. Pasamos a fabricar entre 600 y 800 prendas y ya cerré trabajo hasta mayo, gracias a Dios”.