Noviembre de 1888, fue el año en el que se abolió la esclavitud en Brasil, esto debería haber significado la libertad de las personas negras en el país, ¿verdad? ¡Pero no fue así!
¡Hablemos un poco sobre racismo y libertad!
Pero antes de hacerlo, lea esta advertencia: ¡El ministerio de la Fe Inteligente advierte! Leer esta publicación puede causar cambios irreversibles en la forma de pensar de muchos que se sienten inferiores, perseguidos o víctimas de injusticia social, debido al color de su piel. Y podrá provocar enorme sentimiento de ira, agresividad y discordia entre militantes negros, ONGs, activistas y todo tipo de movimientos pro-negros (anti-blancos).
¡Están avisados! rsrsrsrs
La idea que solemos tener sobre el racismo es que a las personas blancas no les gustan las personas negras, ¿verdad? ¡Incorrecto! El racismo consiste en que a un determinado tipo de personas a las que no les gustan, evitan, acosan o excluyen a otro tipo de personas. Vea que no escribí “razas” sino personas, porque todos somos humanos, y sí pertenecemos a una “raza” que es la raza “humana”, no blanca, negra, oriental, indígena, etc. Y es en este punto que quería tocar, en el hecho de que todos somos seres humanos, gente, personas y para muchos, eso es lo que menos importa.
No les hablo a aquellos que nos juzgan o rechazan por el color de nuestra piel, cabello, cuerpo físico, etc. Hablo para las “víctimas”, le hablo a usted, mujer negra, que al igual que yo ya vivió momentos en que sintió dolor por ser quien es, por tener la piel oscura; le hablo a usted que sueña con un mundo mejor y sin racismo; le hablo a usted que cree que seríamos más felices si no hubiera racistas, me dirijo a usted cuando digo:
¡Pare de soñar con un mundo sin racismo y primero deje usted de ser un racista!
Pare de esperar que una ley le garantice una vacante en la universidad, y empiece a desarrollar su intelecto, dejando atrás la autocompasión!
¡Pare de querer ser aceptado o elegido por alguien!
Pare de elegir médicos, candidatos políticos, amigos, artistas, líderes espirituales, empleados e incluso novios, ¡solo porque ellos son negros como usted, como si ese fuera el criterio determinante del éxito en su elección!
¡PARE DE SER RACISTA!
Sí, usted y yo, aún siendo negros, podemos ser racistas, y esto sucede cada vez que actuamos de la forma mencionada anteriormente, eligiendo personas con las que nos IDENTIFICAMOS solamente por el color de su piel, cuando evito a otra persona porque ella es blanca pensando que no me entenderá, cuando juzgo y clasifico a alguien con este prejuicio porque escogieron a alguien más capaz que yo para una actividad, en mi cabeza solo sucedió porque soy negro. Si alguna vez se ha visto en esta situación, ¡usted es racista!
Nosotros, personas que un día decidimos adoptar la vida que la Palabra de Dios enseña, no podemos someternos de ninguna manera a tamaña esclavitud, la esclavitud de la mente, el intelecto, la inteligencia, ¿y sabe cómo puede ser libre? Siguiendo lo que dice la Biblia, preguntando y buscando las respuestas allí, y luego aplicándolas en su vida.
Quite el foco del racismo ajeno y comience a encontrar el suyo, escondido bajo la alfombra de su victimismo. La vida de una persona sólo cambia cuando el foco está en ella misma.
¡No vivo en el mundo de Alicia en el país de las maravillas! Sé que existen personas así, personas blancas que se consideran superiores, ¡y no pierden la oportunidad de atacar, humillar o excluir a otra persona que tiene la piel oscura! Pero simplemente decidí no luchar para debilitarlas o castigarlas, o para probarlas algo, decidí luchar para fortalecerme. Decidí no desperdiciar energía sintiéndome menos o inferior, decidí construirme desde adentro hacia afuera, y tal construcción hace que las agresiones recibidas solo duelan por fuera, jajaja, no rascan el tanque de guerra que soy por dentro.
Me gustaría invitarle a hacer lo mismo, a liberarse del racismo inverso, a no juzgar más a las personas blancas y condenarlos, a no acusar a los demás de racismo por el hecho de no haber sido elegido para esto o aquello.
En lugar de eso, elíjase a si misma, sea feliz, sea plena en Dios y con su fe, aumente sus estándares, viva cada día siendo una mejor persona, crea en Dios y en usted, solo así usted dejará la esclavitud espiritual y mental para disfrutar de la libertad que un día nos fue otorgada, no por ninguna autoridad terrenal, ¡sino por el Dios Altísimo!
“Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres” Juan 8.36
Por: Bianca Carturani