La sed de la Fuerza Joven Universal (FJU) en rescatar vidas del fondo del pozo es insaciable. Prueba de eso es que todos los países en dónde hay una Universal, también ocurren actividades del grupo para ayudar los más necesitados en diversos aspectos. En Paraguay, por ejemplo, el Proyecto Deportes realizó el 18 de marzo un evento de Muay-Thai para graduación de artes marciales.
A continuación, de domingo a martes, el grupo realizó la 6° graduación de Brazilian Jiu-Jitsu y la 1° graduación de Muay-Thay, más allá de los seminarios, ambos ministrados por el Pastor Hugo Elblaus, responsable por el proyecto en toda América Latina.
“Las graduaciones y los seminarios suceden anualmente hace 7 años con la intensión de enseñar los secretos del Jiu-jitsu y técnicas que ayudan a tener mayores posibilidades de victorias en las competencias, ya que muchos trabajan para convertirse en profesionales en esa área”, dijo.
El proyecto ofrece gratuitamente clases de Muay-Thai, Kickboxing, Hapkido y Brazilian Jiu-jitsu. Por medio de las clases, de la fe y de un nuevo círculo de amistades, centenas de jóvenes son arrancados del mundo de las drogas y reintegrados socialmente. “Incentivamos niños, jóvenes y adultos a invertir en el deporte de nuestro país y a decir “Paraguay te quiero sin drogas”, concluye el Pastor. El trabajo da tantos resultados que ya es reconocido por el gobierno de Asunción, capital del país, como de interés municipal.
Drogas y violencia
Uno de los jóvenes que cambió su futuro por medio del Proyecto fue Daniel Villalba (al lado), de 29 años. Al participar de una barra brava, fue presentado un estilo de vida destructivo, lleno de drogas y violencia. “Me quede en la barra brava por cuatro años. Me involucraba en peleas, violencia, cocaína, alcohol y muchas fiestas”, recuerda.
Pero al conocer las artes marciales en la FJU, Daniel oyó el testimonio del Pastor Hugo que, como él, había formado parte de una barra brava en Brasil y recogió pésimos frutos por eso. “En el comienzo mi interés era solo aprender Jiu-jitsu. Pero, de a poco, entendí el camino de la fe y abracé esa propuesta. Me convertí en un hombre mas calmo, dejé de consumir drogas e hice del deporte mi carrera”, cuenta.
Hoy Daniel es luchador de Jiu-jitsu, ganó diversas competencias internacionales, es preparador físico, más allá de ser voluntario en el Proyecto que lo recibió.
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