Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por Mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en Mi Nombre, allí estoy Yo en medio de ellos. Mateo 18:19-20
A partir de ese evento, quedó determinado lo que se puede alcanzar a través de dos personas que creen en la Palabra de Dios. Ellas tienen el poder de atar y desatar, de ponerse de acuerdo o de estar en desacuerdo acerca de algo aquí en la Tierra, ¡y lo mismo sucederá en el Cielo!
Ya no es novedad para nadie que el diablo y sus ángeles caídos han usado a los antónimos de la fe en este mundo para neutralizar a aquellos que siguen en la batalla de la vida contra el infierno.
El diablo piensa de la siguiente manera: “Si ellos se ponen de acuerdo acerca de alguna cosa en la Tierra, será hecho en el Cielo. Entonces, ¿por qué no implementar lo mismo en el infierno?”
Siendo así, quedaría: “Además os digo (los demonios), que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier miedo o duda que tengan aquí en la tierra, eso les será hecho por Lucifer que está en el infierno. Porque donde están dos o tres reunidos en nombre de la conmiseración, allí estará el príncipe de las tinieblas en medio de ellos.”
Ahora queda claro el porqué de la necesidad de evitar quejarse y hablarles de sus problemas a las personas, esperando su conmiseración, pues el diablo siempre va a enviar a alguien para que esté de acuerdo con sus debilidades, mensajeros del infierno que van a llorar junto a usted, a fin de interrumpir el poder de Dios en su vida.
Querido lector, no ande por ahí hablando de sus problemas, buscando consuelo, pues ese comportamiento es como una fuerza magnética que atrae a los enviados del diablo, portadores de la conmiseración, que siempre van a decir:
“Pobrecito”
“Entendemos tu debilidad”
“Nadie es perfecto”
“La vida es así”
“Dios sabe que no es fácil”
“Esa es tu cruz”
“Pobre infeliz”
“La situación está mal para todos”
Frases así harán que usted se sienta mejor, más consolado. Ya puedo incluso imaginarme a alguien ofreciéndole el hombro para que usted llore.
¡Al infierno esa conmiseración! No salga en la búsqueda de personas que van a llorar a causa de su situación. Eso no va a cambiar nada en su vida, al contrario, cuando usted le confiese a alguien toda tristeza que usted sienta, todo miedo y duda que tenga, la conmiseración va a ponerse de acuerdo con su debilidad y va a determinar con usted aquí en la Tierra, y lo mismo será automáticamente determinado en el infierno.
Cada vez que usted diga: “no puedo, no lo consigo, es imposible que alcance esto o aquello”, REPITO, cuando se lo confiese a alguien que es negativo en sus pensamientos, todo eso será determinado en el infierno. Y usted quedará atado por el disgusto de no haber vencido nunca en ninguna área de su vida.
¡Levántese en contra de esa situación y dé un grito! Pero GRITE con fuerza: ¡SEA ATADO TODO EL INFIERNO!
Comience ahora mismo a rechazar a todo sentimiento de piedad, de lástima. ¡Deje de llorar, de estar lamentándose! ¡Sea FUERTE y VALIENTE!
Y no acepte aquel llorisqueo, aquel pensamiento de “no lo consigo”. Sí lo consigue, ¡pues TODO le es posible a aquel que cree!
Cuando se actúa en la fe, la obra del diablo en la vida de quien sufre es interrumpida. Es por eso que en la Universal no predicamos con lástima, pues ese sentimiento, además de engañoso, es infructífero.
Lo que predicamos es el espíritu de la indignación contra el infierno, el mensaje del todo o nada. Si el Dios en el que creemos es real, ¡entonces el infierno tiene que caer de rodillas!
Ahora está en sus manos. Usted puede determinar en los cielos o determinar en el infierno. Usted puede interrumpir las obras del diablo o darles continuidad. La elección es suya.
Entonces, ¿va a quedarse ahí llorando o va a indignarse contra la situación? ¿Va a avanzar o va a retroceder?
¡Dios lo bendiga!
Colaboró: Obispo Marcelo Pires