Lamentablemente, muchas personas creen tener fe, pero solo tienen un sentimiento o una emoción que depende de las circunstancias para creer o no. Hay una diferencia entre creer y tener fe, y radica en que se puede creer en muchas cosas, solo en India hay más de 300 millones de dioses.
«Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan». Santiago 2:19
Está escrito «haces bien», es decir, no hace ninguna diferencia solo creer, ya que hasta los demonios creen y tiemblan; por eso vemos a tantos quejándose y murmurando: «¿Por qué me pasa lo que me pasa si creo en Dios?».
Sin embargo, cuando se habla de fe, es otra cosa, ya que esta solo Dios puede darla. En otras palabras, no se puede adquirir fe de otra manera a no ser por medio de Él, que es el Autor y Consumador de la fe. Si necesitamos fe para recibir al Espíritu Santo, que es lo más importante, imagine para las demás cosas.
«… sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe…». Hebreos 11:6
El punto es: ¿cómo adquirimos la fe? No se puede considerar que se tiene fe por un acontecimiento en la vida, por ejemplo: «¡Desde que me sané, tengo más fe! Desde que me salvé de morir, ¡tengo más fe! Si Dios me responde, tendré más fe». ¡Eso no es así! Es solo un sentimiento, un pálpito, una sensación de fe que no es fe.
«Así que la fe viene del oír, y el oír, por la Palabra de Cristo». Romanos 10:17
En este versículo, queda en evidencia que la fe solo viene por el oír la Palabra de Dios. Las palabras son sonidos, frecuencias, vibraciones que pueden crear, transformar e influenciar; y eso lo encontramos plasmado en la propia naturaleza, ya que todo fue creado por Dios a través de Su PALABRA.
«Por la fe entendemos que el universo fue preparado por la Palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue hecho de cosas visibles». Hebreos 11:3
Entonces, entendemos que el oído es el receptor de las palabras, sean buenas o malas, y que los pensamientos que nacerán en nuestra mente dependen de esas palabras.
En la parábola del sembrador, ¡Dios nos revela que Su Palabra es la semilla!
«La parábola es esta: la semilla es la Palabra de Dios». Lucas 8:11
Aquí entendemos que es necesario que la Semilla (Palabra) sea plantada en nosotros para que pueda producir fe. Dios nos dejó como evidencia, en las fases de la semilla, la oreja y el embrión.
Que tengan formas similares no es por casualidad, Dios quiere que Jesucristo nazca dentro de nosotros, ¡para que por medio de Su Palabra nos volvamos hijos de Dios!
«Hijos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros…». Gálatas 4:19
«Y el Verbo Se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad». Juan 1:14
Dios quiere nacer en nosotros, ¡Aleluya!
Pr. Marcos Martínez – Templo de los Milagros — Buenos Aires AR.