¿Qué le impide a una persona cambiar de vida? ¿Por qué algunos consiguen realizar sus sueños, mientras otros se sienten frustrados por lo que no consiguen? La falta de dinero, los conflictos en la vida sentimental y las dificultades profesionales son algunos de los problemas que muchos pasan y que no pueden superar, aunque lo intentan desesperadamente. En ese momento de debilidad, una persona puede llegar a resignarse y se acostumbra a vivir así, el Obispo Renato sostiene: “El hombre fuerte reconoce que tiene una debilidad y hace algo para fortalecerse. En cambio, el débil se vuelve una víctima. Para cambiar debe levantarse y enfrentar sus debilidades, para eso tienen que tomar una decisión y actuar”. Por eso debe buscar la fuerza que viene de Dios, la que está en el Altar para lograr superar todo.
“Me quedaban seis meses de vida, pero mi voto con Dios me salvó”
Elodia tuvo una infancia difícil que le dejó marcas casi imposibles de borrar: “Nos criamos a los golpes, crecí y me casé, solo para salir de mi casa. Fue peor, tuve a mi primera hija, adoptamos dos nenas. Pero vivíamos en la pobreza total”.
Ella tenía mucho odio por lo que había tenido que vivir. Aunque conocía la Universal, estaba débil: “Prácticamente dejé de ir a la Iglesia. Un día acompañé a mi hija al médico y me recomendó hacerme estudios. Salió que tenía un nódulo, pero no sentía nada. Tiempo después, volví a hacerme análisis y me salió que tenía cáncer”.
La mala noticia la ayudó a tomar la decisión que salvó su vida: “Me decían que el cáncer era de Tiroides Carcinoma Medular, tenía seis meses de vida. Pero no me desesperé, tomé una actitud. Supe que tenía cáncer, en mayo, y en junio, llegó la Hoguera Santa. Decidí hacer mi voto, me entregué por completo en el Altar. Cuando me operaron, los médicos no encontraron nada. Además, cuando mi marido supo lo que había pasado, empezó a participar de las reuniones de la Universal. Él no creía en nada, tomaba mucho, fumaba, pero gracias a Dios dejó todo”.
Estaba desesperada, recurrió al Altar y Dios le dio una nueva vida
María de los Ángeles llegó a la Universal después de haber fracasado varias veces: “Conocí la iglesia a los 15 años, pero me fui a vivir con un hombre, tuve dos hijos y dejé de ir. Más tarde me separé y comencé a tener problemas espirituales y económicos.
No me alcanzaba para la comida de mis hijos. Me quise matar dos veces, ya no soportaba lo que me estaba pasando. Estaba desesperada, sola, me había debilitado por tanto sufrimiento.”
Por su parte, David luchó durante años contra las adicciones que lo estaban matando lentamente: “Al principio, era un chico alcohólico y fumador. Pero después probé cocaína y se convirtió en algo que me dominaba. Había un gran vacío en mí que no podía llenar con nada. Me refugiaba en mujeres y alcohol. Salía a bailar, pero cuando me quedaba solo, me sentía muy mal”.
Ella llegó a la Universal y se fortaleció en el Altar de Dios: “Vi la programación de la Universal en televisión. Una señora contaba su historia, era lo mismo que me estaba pasando. Llegué a la Iglesia y los pastores hablaron de la Hoguera Santa. Al principio no entendí mucho, pero sabía que era mi oportunidad.
Hablé con Dios e hice lo que Él me pidió para cambiar de vida. Yo estaba segura que Él me iba a responder”.
Así fue como ella fue saliendo adelante junto a sus hijos. Sin embargo, soñaba con formar una familia con un hombre que compartiera su fe. En ese tiempo conoció a David y lo invitó a la Universal. Él tuvo que recomponer su vida y superar las adicciones, a través de la fe lo logró, se casaron y entregaron su unión en las manos de Dios. Su situación económica era llevadera, pero querían su propio negocio, parecía un sueño imposible de alcanzar, pero ellos estaban dispuestos a todo para tener una vida plena: “Queríamos un negocio, aunque no teníamos nada para empezar. Fuimos al Altar y nos fortalecimos. Cuando parecía que no había manera, Dios respondió. Pudimos armar un local y pusimos un negocio como queríamos. También logramos comprar un auto. Ahora somos una familia bendecida. Superamos el pasado y no nos falta nada”.