La vida moderna es una constante correría. La inmediatez, las presiones y las demandas por superarse, ser feliz y aprovechar cada momento, acaban por distraer al ser humano de tal forma que la mayoría de las personas no consiguen el precioso tiempo de quedarse a solas consigo mismas. Pero, sólo en la reflexión silenciosa del alma es que cada uno se depara con su propia esencia y descubre como realmente es.
La pregunta simple: “¿QUIEN SOY YO?”, es la cuestión más difícil de responder.
La respuesta no es simplemente su nombre, estado civil o su profesión, sino que se refiere a su personalidad, carácter y todo su ser. La gente dedica tiempo en tener una formación profesional, aprender algo nuevo o mejorar la apariencia, pero pocas son las personas que se esfuerzan por descubrir porque pasa tanto tiempo reconcomiéndose por lo que hizo o planeando lo que pretende hacer. Ellas no se percatan que sus actitudes, normalmente, son dirigidas por sentimientos, como envidia, miedo, angustia, celos, deseos de venganza, ansiedad o rabia.
¿Cómo puede ser que, a veces, una persona que no es usted misma la conozca mejor?
Una vez, el Señor Jesús dijo: “Conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres” (Jn 8,32). Esta Verdad, primero es comprendida como la Palabra de Dios, que ilumina el entendimiento humano y lo libera de todas sus prisiones espirituales. Pero ella puede extenderse también a “conocer la verdad interior” de cada uno. Muchas mentiras pueden estar escondidas dentro de una persona, como por ejemplo: ella se valora demasiado, y por eso, se impone sobre otros con aspereza o del lado opuesto, ella se desvaloriza de menos, y se desprecia juzgándose como una nada. Dentro del alma todavía puede estar la alienación de pensar que la culpa de sus sufrimientos es siempre de terceros. Como por ejemplo: “Si mi marido no me hubiera abandonado, mi vida sería diferente.”; “Si mi ex jefe no me hubiera despedido, no habría cometido esos errores.” Es decir, hay mujeres que pasan toda la vida atribuyendo a otros la responsabilidad de su fracaso.
En este proceso del autodescubrimiento, usted puede encontrarse con una persona muy diferente de la que creía ser. Puede doler, porque usted verá sus peores fallos, pero eso forma parte del proceso de la curación de su alma. Se sabe que, no hay manera de alcanzar la verdadera felicidad, sin recorrer ese camino. Y caminando por él usted desarrollará nuevas percepciones sobre sí misma y virtudes que tanto necesita para hacer frente a los desafíos de la vida. Este discernimiento le hará anticiparse a sus debilidades, hacer uso de sus puntos fuertes, en definitiva, todos tienen cualidades, y le dará condiciones de corregir los defectos que antes no veía o no conseguía cambiar.
Pues, ¿quién puede considerarse verdaderamente libre, si no tiene poder sobre sus impulsos y emociones, si no puede mantenerse alejado de las pasiones, vicios y sentimientos que aprisionan el alma, no es verdad?
Continuaremos la próxima semana.