Príncipes me persiguen sin causa, pero mi corazón Teme Tus Palabras. Salmos 119:161
Quien teme al SEÑOR, teme a Su Palabra, y quien teme a la Palabra, teme al Señor de la Palabra.
El Señor Jesucristo enseña que quien obedece a Su Palabra también Lo ama; y Mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada. El que no Me ama, no guarda Mis Palabras. Juan 14:23-24
Solamente el Temor al Santísimo Dios Altísimo es capaz de frenar los impulsos hacia el pecado. El Espíritu de Dios ha capacitado a Sus verdaderos hijos para que tengan una conducta íntegra, recta y temerosa, al punto de que huyan del pecado.
En la falta de temor, incluso llena de fe y conocimientos bíblicos, la persona no logrará mantenerse íntegra ante la facilidad de corromperse. Es decir, no resistirá a los placeres ilícitos y no mantendrá su corazón limpio delante de las injusticias, traiciones y calumnias.
En la ausencia de temor o respeto a la Santidad del SEÑOR, los deseos carnales aumentan en la mente vulnerable y enseguida se transforman en actos pecaminosos.