La situación de las cárceles es grave, uno de los problemas más urgentes a resolver es la superpoblación. Según el último boletín Estadístico de la Procuración Penitenciaria de la Nación titulado “Las cárceles en números”, ed Nº10 del 1º Trimestre de 2018, en ese periodo la cantidad de personas alojadas en el Servicio Penitenciario Federal (SPF) llegó a ser de 12084.
La peor faceta del encierro
Para una persona que está privada de su libertad ambulatoria lo más difícil es afrontar la soledad, estar lejos de su familia. De cualquier forma, la realidad de tener un hijo dentro de la cárcel tampoco es una situación sencilla, ya que tiene otras complejidades.
El boletín del SPF muestra que durante este año se registraron en total 36 mujeres alojadas con sus hijos y 22 que están embarazadas. De todos modos, el encierro se vuelve asfixiante para el padre que no puede ver a su hijo o criarlo como quisiera.
René Nuñez estuvo detenido en distintas Unidades durante 19 años de su vida, pero fue en su niñez que vivió situaciones que lo llevaron a un camino sin retorno:
“A mi padre lo mataron cuando yo tenía tres años, me quedé con mi mamá y mis hermanos. Vinimos de la provincia a Buenos Aires, ella se juntó y renegaba con mi padrastro porque tomaba, así empecé en la calle.
Mi mamá cayó internada y no tenía esperanza de vivir. Cuando ella salió de la internación yo ya era otro. Mi padrastro trabajaba de noche y la plata no alcanzaba. Empecé a salir a la calle a hacer trabajos. A los 14 años estuve en el Roca, después en Capital, en Devoto y en Caseros. Extrañaba mucho a mi familia, pero salí y volví a robar”, recuerda. René intentaba formar una familia cada vez que salía de la cárcel: “Yo tengo siete chicos, más dos de ella, nueve. Caía preso y perdía a mi familia. En un momento, ya no me buscaba la policía, tenía tres coches y dos casas. Pero era todo peleas y drogas. Consumí cocaína, pastillas, fumé faso y tomé alcohol. Estuve en tiroteos, en uno de los últimos robamos un coche y nos siguió la policía. Estaba cansado de estar en cana y no me importó si me mataban ahí”.
Memoria de un expresidiario
“En la cárcel hay peleas todos los días, uno ve de todo, como pinchan a uno, como le dan puñaladas a otro, como se matan. A veces es todos contra todos. Yo tuve suerte, muchas veces me cuidó Dios. Tuve que defenderme y no me quedó otra que lastimar. Ahí no hay paz, la mayoría daría millones de dólares o lo que fuera por estar afuera.
Muchas de las amistades que tenía están muertas o se dedican a otra cosa. A veces pienso que hubiese sido lindo que mis hijos no hubiesen pasado por lo que pasaron”.
Una doble condena
Valeria, su esposa, recuerda los peores momentos: “Lo conocí una semana después de que salió. Luego estuvo preso dos veces más. Fue feo, de repente, solo lo podía visitarlo una vez por semana, te denigran en todos los sentidos, es como una doble condena. Uno de mis hijos me acompañaba a los penales a ver a su padre y cuando nos íbamos era desgarrador verlo llorar. Tuvimos una nena y al mes él cayó nuevamente. Era traumático su ritmo de vida, porque robaba, caía preso y salía. Allá adentro te prometen que van a cambiar y termina siendo todo lo mismo.
Me regalaron un ejemplar de El Universal y empecé a ir. El Pastor que me atendió me dio una bolsa de mercadería y me enseñó que la Universal es familia. Fue muy duro, porque si conseguía $100, él usaba $70 para la droga y me quedaban $30 para cocinar”, recuerda ella.
A René le costó reaccionar: “Ella me pedía para ir a la Iglesia, pero no le daba y me seguía drogando. Hasta que un día me fumé un nevado, me estaba dando un paro y dije ‘Dios ayudame’. Después de eso, fui a la Iglesia y me sentí bien”.
La lucha de René y Valeria fue difícil, pero Dios transformó sus vidas por completo: “Me acordé de un muchacho, le pedí que me diera una mano y me consiguió trabajo aunque tengo 54 años. Me pagaron y venía pensando si me drogaba o no, decidí no hacerlo, dejé eso con la ayuda de Dios”, recuerda René. “Mi marido cambió su carácter, salió de los vicios y dejó de robar, todo en un mes”, termina ella.
Si usted está privado de su libertad ambulatoria o tiene familiares que están pasando por eso, la UEC visita las cárceles de todo el país para brindarles apoyo espiritual a los internos y a sus familiares.
Puede comunicarse al 1538501028 y escuchar “Momento del presidiario” en Red Aleluya FM 106.3 de lunes a sábados de 20 a 21 h y los domingos de 19 a 20 h, o acercarse al Templo de la Fe, Av. Corrientes 4070 – Almagro o la Universal más próxima a su domicilio.