¿Qué puede ser más importante para usted que su propia vida? Nada. Pero ¿por qué? Porque realmente es el centro de nuestra existencia. Sin embargo, ¿qué nos podrá dar esa vida? Solamente el Espíritu de Dios, que es el Espíritu de la Vida.
Solo así pasamos a tener la vida verdadera, pues recibimos una nueva mente y un nuevo corazón, ya que empezamos a pensar como Dios piensa, a sentir como Dios siente y a actuar como Dios actuaría si estuviera en nuestro cuerpo físico.
Entonces, prepárese, prográmese, para que a partir del 25 de enero usted se sumerja en este ayuno sagrado y santo, el Ayuno de Daniel.
¿Qué es el Ayuno de Daniel?
El Ayuno de Daniel está basado en el propósito descripto en el capítulo 10 del libro de Daniel, en la Biblia. Durante 21 días, Daniel decidió ayunar para buscar el favor, la sabiduría y el entendimiento de parte de Dios.
Hoy en día, entre las cosas que más dificultan nuestra comunión con Dios están las distracciones — toda forma de entretenimiento e informaciones seculares que nos bombardean todo el tiempo. El Señor Jesús solía decir: “El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 13:9). Es exactamente este el propósito del Ayuno de Daniel: abrir nuestros oídos a la voz de Dios.
¿Es fácil?
No, muy por el contrario. Si nunca realizó los 21 días de ayuno, necesitará una fuerza sobrehumana, la voluntad suprema de separarse, en el transcurso de 21 días, de todo lo que lo ha unido a este mundo y que no le permite “unirse” a Dios.
Pero, ¿con qué objetivo?
Este ayuno es el tan necesario balance que debemos hacer de nuestra propia vida, para analizar, reflexionar dónde y en qué estamos “gastándola”. Sí, porque la vida tiene una “fecha de vencimiento”, y lo que hacemos con ella pesa, ocupa espacio, tiene consecuencias. Muchos han gastado su vida en el pecado, en el error, en las injusticias. ¿Y qué sobra? Si hace las cuentas, podrá observar que está en deuda, preguntándose: “¿Dios es capaz de borrar mi pasado y convertirme en una nueva criatura?
Existe una figura bíblica ejemplar que retrata bien esta Capacidad Divina: el apóstol Pablo. Él no nació cristiano, fervoroso y fiel a Dios. Todo lo contrario. Conocido como Saulo de Tarso antes de su conversión, su principal “pasatiempo” era perseguir y matar a los cristianos. ¿Y qué transición lo hizo pasar de perseguidor a perseguido, a uno de los apóstoles más prominentes del cristianismo? El Espíritu Santo.
Antes de que el Espíritu Santo lo llene, Saulo consintió en la muerte de Esteban, atormentaba a la Iglesia, entraba a las casas, arrastraba a hombres y mujeres, y los encerraba en la cárcel (Hechos 8:3). Él no era solamente un pecador, sentía y exteriorizaba un verdadero odio a todo lo que se refería a Cristo:
“…Hermano Saulo, el Señor Jesús, que Se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado (…) En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que Este era el Hijo de Dios. Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es este el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este Nombre (…)?” Hechos 9:17-18,20-21
La conversión de Pablo cambió radicalmente el curso no solo de su vida sino también el de la fe cristiana. Con sus actividades misioneras y obras, Pablo colaboró con la liberación de personas sinceras, que eran esclavas de las creencias religiosas de su época y de las que surgían a lo largo de la historia de la humanidad debido a las enseñanzas sobre la Vida y Obra de Jesús, Su muerte y resurrección.
Esta es su oportunidad
No se engañe pensando que 21 días serán mucho, porque participando o no de este ayuno, estas 3 semanas pasarán. Pero, los que participen con determinación y sinceridad, terminarán transformados, renovados, bautizados con el Espíritu Santo. Esta es su oportunidad.
Si usted conoce a alguien que dice creer y ser de Dios, pero la vida de esa persona no revela a Este Dios Vivo, porque su existencia está muerta, apagada, invítelo a participar con usted.
Participe del Ayuno de Daniel, para que el Espírito Santo repose sobre su vida y lo convierta en Su morada.
Vea el mensaje del obispo Edir Macedo en el que explica más acerca de estos 21 días: