¡Hola, Cris!
Me llamo Carla Tamires y quiero dejar aquí mi alegría por saber que existen personas como usted, que Dios trajo al mundo para ayudarnos.
Leyendo el
, usted habló sobre todo lo que viví antes. Voy a contar un poco de mi historia. Soy nativa de San Pablo, pero vivía en una ciudad llamada Arcoverde – Pernambuco. Era prostituta, vivía una vida destruida, pues era vista como la peor persona de la faz de la Tierra. Consumía drogas para olvidar la vida que llevaba.
Usted se debe estar preguntando cómo la conocí. Pues bien, fue a través de una invitación que recibí para participar de la reunión que usted hizo en octubre de 2017, cuando habló sobre los jeans rotos. Pasaba frente de la iglesia, y una mujer muy atenta y educada me paró y me invitó a concurrir a la charla solo para mujeres. Me asusté y pensé: “si ella supiera que soy prostituta, va a desistir de hacerme la invitación”. Pero, al contrario, me dijo que Dios mira el interior, que primero Él trabaja por dentro para, así, hacer la obra por fuera.
Cris, ¡me sentí tan feliz al saber que Dios no había desistido de mí! Llegó el día de la charla y, cuando llegué a la iglesia, allí estaba la mujer que me había dado la invitación, con otras a su lado, dándole la bienvenida a quien iba llegando. Me dio curiosidad, y le pregunté a una muchacha si sabía quién era aquella mujer, y me dijo: es la esposa del pastor, la señora María. ¡Quedé sorprendida al saber que ella había sido usada para salvarme!
Participé de la charla y, ese día, decidí salir de la vida de prostitución. Usted dijo que yo tenía valor. Entonces, volví a San Pablo. Hoy vivo con mi familia, trabajo y conquisté dignidad. ¡Estoy en la Iglesia (Templo de Salomón) y soy muy feliz por tener a Jesús como mi Salvador! Eso solo fue posible a través de la esposa del pastor que fue usada para que la conociera a usted, que dio una palabra que cambió mi vida.
¡Muchas gracias por la Iglesia Universal que tiene personas de Dios que son instrumentos para llegar a nosotros!