¡1° Domingo de las 7 Promesas para todos los Fieles, en el Templo de los Milagros!
La palabra de ningún hombre está por arriba de la Palabra de Dios. Él nos provee cuando manifestamos la Fe.
Entonces en su angustia clamaron al Señor y Él los salvó de sus aflicciones. Él envió su palabra y los sanó y los libró de la muerte. Salmos 107:19-20
Cuando la angustia llega, solo nos resta clamar a Dios con sinceridad y Él nos salvará de nuestras aflicciones.
Sé que sois descendientes de Abraham; y sin embargo, procuráis matarme porque mi palabra no tiene cabida en vosotros. Juan 8:37
Cuando una persona no acepta la Palabra de Dios, es decir, no la deja entrar en su corazón, “mata” a Jesús porque ignora su Palabra.
Las personas que “matan” a Jesús no son hijos de Dios, sino hijos del mal.
Como Padre, Dios no nos da lo que queremos, nos da lo que necesitamos.
Quien obedece, OBRA, pone la fe por obras, porque la fe sin obras es muerta.
Cuando le decimos “HEME AQUÍ” a Dios debemos honrar nuestra palabra, asumir nuestra fe y obedecer a lo que Él nos pida, así como Abraham lo hizo.
Mi palabra tiene que estar unida y encajar con la de Dios.
Sin el Espíritu Santo uno es una persona incompleta.
La garantía de que uno está salvo es el Espíritu Santo. Si usted Lo tiene, usted tiene todo.