Es imposible negar el poder de ofrendar. Victorias y derrotas dependen de la fe de cada uno, o sea, de la entrega de cada uno. Las competencias deportivas, por ejemplo, son ganadas en el esfuerzo, empeño y dedicación de sus participantes. Cualquiera que entre en una competencia, va a perder si no cree 100% en sí mismo.
La Sagrada Biblia habla exactamente de esa entrega (ofrenda) total. Los que se sujetaron a esa fe se tornaron héroes de la fe.
“… quienes por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia, obtuvieron promesas, cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada; siendo débiles, fueron hechos fuertes, se hicieron poderosos en la guerra, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron a sus muertos mediante la resurrección; y otros fueron torturados, no aceptando su liberación, a fin de obtener una mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y hasta cadenas y prisiones. Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a espada; anduvieron de aquí para allá cubiertos con pieles de ovejas y de cabras; destituidos, afligidos, maltratados (de los cuales el mundo no era digno), errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra.” Hebreos 11:33-38
Los héroes de la fe no nacieron héroes. Se hicieron héroes porque aprendieron a sacrificar por aquello en lo que creían de verdad. Fueron intrépidos, valientes y, sobre todo, sinceros. Sus vidas fueron la ofrenda viva en el Altar de Dios porque cambiaron sus sueños y proyectos personales por la causa del Señor Jesucristo.
La ofrenda representa la vida del ofrendante en el Altar. Siempre fue, es y siempre será la materialización de la fe, de la creencia o de la dependencia de Dios. Es imposible manifestar esa fe sin ofrendarse.
La ofrenda también testimonia si la fe del ofrendante es sincera o no.
¿Cómo saber si el ofrendante es sincero o no? Dios sabe, sin embargo, Su justicia exige un testigo para el Día del Juicio Final.
Por otro lado, la ofrenda es voluntaria. Da quien cree. Aun así, no cualquier ofrenda agrada a Dios o es aceptada por Él. Tiene que ser pura, sincera y de todo corazón. De lo contrario, es rechazada.
Ejemplo:
“Levantando Jesús la vista, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro. Y vio también a una viuda pobre que echaba allí dos pequeñas monedas de cobre; y dijo: En verdad os digo, que esta viuda tan pobre echó más que todos ellos; porque todos ellos echaron en la ofrenda de lo que les sobraba, pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para vivir.” Lucas 21:1-4
La ofrenda de la viuda testimonió su calidad de fe porque quedó en la dependencia de Él. Las ofrendas de los hombres ricos testimoniaron lo contrario porque eran sus sobras. La viuda llamó la atención del Señor Jesús que aprovechó su ejemplo para enseñarles a los discípulos el tipo de ofrenda que agrada a Dios. Pero las ofrendas de los ricos testimoniaron contra ellos y fueron rechazadas.
Lo mismo sucedió con las ofrendas de Caín y Abel. La ofrenda de Caín testimonió contra él y fue rechazada. Por su parte, la ofrenda de Abel testimonió a su favor, alcanzando el testimonio (de Dios) de que era justo.
“Por la fe Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó el testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y por la fe, estando muerto, todavía habla.”
Hebreos 11:4
Tengo certeza de que esa es la razón por la cual el Señor Jesús enseñó:
“Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en vuestro regazo. Porque con la medida con que midáis, se os volverá a medir.” Lucas 6:38