“Entonces volveréis a distinguir entre el justo y el impío, entre el que sirve a Dios y el que no Le sirve.” Malaquías 3:18
El SEÑOR siempre dejó en claro la diferencia entre los justos y los injustos, como lo hizo en el pasado entre los hebreos y los egipcios.
Esa separación se refiere a la calidad de vida espiritual, sentimental, familiar, económica y física de aquellos que Le obedecen, pues Él tiene gran interés en que las demás personas también Lo conozcan por medio de los testimonios de Sus hijos.
Y esa diferencia no se limita a esta vida, sino que seguirá perpetuamente. Hoy, puede parecer que las personas perversas están progresando, pero no será siempre así. Las obras de todos serán juzgadas, y cuando llegue el momento de la recompensa, quedará nítido cómo valió la pena el esfuerzo de serle fiel a Dios.
Por lo tanto, ¡la diferencia entre los que sirven al Todopoderoso y los que no Le sirven tiene que suceder cueste lo que cueste, a partir del momento en el que se asume la creencia en Su Palabra y se la obedece!
A fin de cuentas, la Boca de donde salió esta Promesa también garantiza:
“… así será Mi Palabra que sale de Mi boca, no volverá a Mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié.” Isaías 55:11