Enrique: “Trabajé desde chico, me había armado un carrito, juntaba botellas y cartón y los vendía para ayudar en casa. Después me metí a los vicios, eso me trajo problemas en la salud. Cuando mis papás murieron, quedé en la calle, estaba cada vez más loco.
Pero el T-Ayudo, me encontró y llegué a la Universal, recibí una oración y me sentí bien. Me ayudaron a curarme de los vicios y empecé a venir los lunes. Me hice diezmista, en ese momento vendía lapiceras. Volví a nacer a los 35 años me dí cuenta que es increíble como Dios restauró mi vida.
Logré un trabajo, luego de vivir en la calle ocho años, pero lo dejé para poner dos negocios. A pesar de la situación del país, sé que con la fe no hay nada difícil. Hace poco me surgió la oportunidad de crecer muchísimo, mi meta es dar empleo y poder ayudar a la gente que está pasando por lo que yo pasé”.
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