En el mundo las personas hacen muchas cosas con disposición y fe.
Bailan, cantan, ven un partido con disposición y ganas. Pero en la hora de hacer las cosas para Dios las hacen contenidas y con limitaciones, como si tuvieran vergüenza.
Usted no debe preocuparse por lo que las demás personas piensan, debe buscar con ganas y fe la presencia de Dios.
Entonces:
1º – Dios es Espíritu, usted no Lo puede ver.
2º – Cuando usted cierra sus ojos, aunque no Lo vea, entra en la presencia de Él.
Es cierto que Dios no busca palabras bonitas, sino sinceridad y entrega, por eso es necesario abrir el corazón y no tener vergüenza. Él busca a personas sinceras.
“Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano.” Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, ten piedad de mí, pecador.” Os digo que este descendió a su casa justificado pero aquel no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado.” Lucas 18:9-14
Lo que Le agrada a Dios es la sinceridad.
Uno puede haber sido una muy mala persona, pero si Le confiesa a Él los pecados y se arrepiente, el Espíritu del Altar lo convertirá en una nueva criatura.
Puede haber sido rechazado por los familiares, amigos, vecinos, y hasta pensar que está solo, pero no lo está.
El Espíritu Santo estará en usted.
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