Cuando David pecó Dios Se alejó de él.
Pero David tenía algo muy bueno, él reconoció su pecado, lo confesó y se humilló.
A veces las personas no reconocen su pecado y culpan a los demás.
La persona puede haber sido la peor de este mundo, sin embargo, si dice: “Hasta aquí llegué Señor, reconozco mis errores y me arrepiento”, la sangre de Jesús borra sus pecados y la transforma en una nueva criatura.
Pero, lo primero es reconocer sus errores y no culpar a los demás.
David había tenido una vida buena, una vida de rey, pero no Le pidió a Dios que le devolviera su trono, ni su palacio, ni su buena vida.
Él Le pidió tres cosas:
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
y renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me eches de Tu presencia,
y no quites de mí Tu Santo Espíritu.
Restitúyeme el gozo de Tu Salvación
y sostenme con un espíritu de poder.”
Salmos 51:10-12
Estas tres cosas que David pidió llaman la atención.
Él no estaba preocupado por recuperar su trono, su reino, su vestidura de rey.
No pidió nada material.
David pidió no ser echado de la presencia de Dios, pidió que el Señor no le quitara el Espíritu Santo y pidió volver a tener el gozo de la Salvación.
Por eso estamos haciendo esta Hoguera Santa, para que usted esté en la presencia de Dios, tenga el Espíritu Santo y disfrute del gozo de la Salvación.
Imagínese a un rey pidiendo eso, él no quiso ni saber de ser rey, se humilló y Dios lo perdonó. Cuando uno se rinde Dios lo perdona.
En esta Hoguera Santa usted puede hacer dos pedidos.
Si no tiene el Espíritu Santo puede pedirlo.
Si ya Lo tiene puede pedir FELICIDAD COMPLETA.
El Espíritu Santo es la clave del éxito.
Si usted quiere eso, esta es su oportunidad.
No culpe a los demás.
Diga: “Yo soy el que está equivocado y tengo que arreglarme con Dios”.
Si hace eso, tendrá el gozo de la Salvación.
Déjenos su comentario.