“Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.” Mateo 4:4
El SEÑOR no está menoscabando el valor del alimento de la materia. Al contrario, está enseñando que la vida humana no debe estar enfocada en el cuerpo físico, sino en el cuerpo espiritual. Incluso porque la vida de la materia tiene una corta fecha de vencimiento. Por su parte, no sucede lo mismo con el cuerpo espiritual, que se refiere al alma y al espíritu.
Al ser desafiado por el diablo, el Señor Jesús no actuó con la fe en los sentimientos del corazón. Estaba hambriento, pero no al punto de rendirse al hambre. Al contrario, uso la Fe inteligente y la aplicó en lo que está escrito en la Sagrada Biblia.
La Palabra de Dios es Espíritu (Juan 6:63). Cuando se recurre a lo que está escrito para resistir al mal, no hay chance de perderse. Salvo cuando la fe está apoyada en los sentimientos del corazón.
Es en el desierto donde trabamos las mayores batallas contra el infierno, sin embargo, es en el desierto donde aprendemos las mayores lecciones del Espíritu Santo.
No basta solo con el conocimiento de la Escritura, es necesario aplicarla siempre, cualesquiera que sean las necesidades.
Fue el Espíritu Santo Quien guió a Su Hijo al desierto para dejarnos la receta de cómo enfrentar al principal de las tinieblas y vencerlo.