Un padre desesperado les pidió ayuda a los discípulos de Jesús. Su hijo estaba atormentado por un demonio, y cuando éste se apoderaba de él, el joven crujía los dientes y echaba espuma, era una escena aterradora.
Además, no importaba donde sucediera, el espíritu inmundo hacía que él se lastimara mucho e intentara quitarse la vida. A veces lo tiraba al agua para que se ahogara, otras veces lo echaba al fuego para que muriera quemado.
Sin embargo, ninguno de los discípulos logró expulsar el demonio de ese joven.
Falta de fe
Al saber que sus discípulos no lograron expulsar al espíritu inmundo que atormentaba al joven, el Señor Jesús se indignó mucho.
“¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo.” Marcos 9:19
En la Bíblia Sagrada con las anotaciones de fe del Obispo Edir Macedo, el obispo aclara que la insatisfacción del Señor Jesús se debió a la falta de fe de los discípulos en ejercitar la autoridad que Él les había concedido.
Y eso quedó evidente cuando, luego de haber liberado al joven, los discípulos llamaron al Señor Jesús para indagarle:
“Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino con oración y ayuno.” Mateo 17:19-21
En la respuesta del Maestro podemos entender el motivo por el cual no lo lograron (incredulidad) y qué deberían hacer para vencerla (oración y ayuno).
“Esto demuestra que es imprescindible que los siervos de Dios vivan en comunión con Él para que puedan usar Su autoridad a favor de los que sufren en las garras del diablo. La oración y el ayuno son importantes para el fortalecimiento de la vida espiritual”, concluye el obispo.