Las personas interesadas nunca son bien vistas, consideradas o estimadas. Por más que intenten disimular sus intenciones egoístas, tarde o temprano son reveladas. Una multitud seguía a Jesús, y Él, además de darles el sustento espiritual, les daba también el sustento físico. Podemos ver esto cuando se preocupó en no despedir a esa multitud con hambre y multiplicó los panes y los peces para alimentarla.
Pero el Maestro sabía lo que pasaba dentro de sus corazones y el verdadero motivo por el cual Lo seguían. Desafortunadamente, aquellas personas no estaban interesadas en Él precisamente: el Pan Vivo que descendió del cielo.
Verdadero interés
En la Bíblia Sagrada con las anotaciones de fe del Obispo Edir Macedo, el obispo explica que el Señor Jesús tenía satisfacción en bendecir, pero el principal objetivo de Sus milagros era despertar la fe de las personas, para que ellas creyeran en Él como el Mesías. “Sin embargo, una gran parte de esa multitud Lo seguía simplemente para suplir sus necesidades”.
“Y hallándole al otro lado del mar, Le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que Me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a Éste señaló Dios el Padre.” Juan 6:25-27
Dios conoce las motivaciones secretas de nuestra alma. Y quien Lo busca persiguiendo solamente los beneficios de este mundo tiene reprobada su fe. “El mayor propósito de la fe es llevar al ser humano a la obediencia a las Escrituras y a la conquista de la Salvación. El Señor Jesús no condenó esos deseos, pero enfatizó que mucho más esfuerzo debe emplearse a favor de la vida eterna. La comida que sustenta el alma y preserva la Salvación es dada por el Espíritu Santo a aquellos que Lo buscan”, explicó el obispo.
El Pan de Vida
Aquellas personas no comprendían el motivo por el cual Jesús Se comparaba al verdadero Pan del cielo, pues para ellas, el único pan que había venido del cielo y que alimentó a los hebreos en el desierto fue el maná. Sin embargo, Jesús les enseñaba que aquel pan suplía solo el cuerpo (Éxodo 16:14-15), pero que Él era completo y dotado de poder para nutrir el alma hambrienta.
“Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas Mi Padre os da el verdadero Pan del cielo. Porque el Pan de Dios es Aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el Pan de vida; el que a Mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en Mí cree, no tendrá sed jamás.” Juan 6:32-35
“Por esta razón, Jesús, el Pan de Vida es infinitamente mayor que el alimento del desierto, pues trae plena satisfacción espiritual. Dios envió a Su Hijo como el ‘Sustento’ esencial para todas las personas. Sin Él, el ser humano no solo vive hambriento y perdido en este mundo, sino además desprovisto del Alto privilegio de la Salvación”, alertó el obispo Macedo.
¿A quién iremos?
Al escuchar estas enseñanzas, muchos lo consideraron duro y desistieron de seguir a Jesús. Sin embargo, el obispo destaca que, aun siendo rechazado, el Mesías no dejó de predicar la Verdad, pues “el problema no estaba en la Palabra o en la manera en la que fue dicha, sino en los que la escucharon, que se mantenían con sus corazones endurecidos. Ellos se resistían por no aceptar el precio a pagar: la entrega y la sumisión total al Salvador”.
Por este motivo, es que, al ver que muchos desistían, el Maestro les preguntó a los doce apóstoles si ellos también querían dejarlo, a lo que Pedro respondió con una de las declaraciones más profundas descriptas en la Biblia:
“Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Juan 6:68-69
“¿En qué otro lugar el pecador puede encontrar perdón y Salvación, si no es en el Señor Jesús? Solamente en Él el alma afligida encuentra amor, cuidado y abrigo. Eso fue lo que afirmó el discípulo al responder la pregunta del Maestro con otra pregunta”, finalizó el obispo Macedo.