Si alguien le dice que se plantaron hierbas dañinas en el medio de su plantación, probablemente, la primera orientación que usted daría sería que sean arrancadas. Sería la actitud más obvia: separar lo malo de lo bueno. Pero, en una de las muchas parábolas que el Señor Jesús utilizó para enseñar sobre las luchas de los que eligieron el Reino de Dios, Él usó exactamente una plantación de trigo mezclada con hierbas dañinas para advertirnos:
“Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en Mi granero.” (Mateo 13:24-31)
Para comprender mejor por qué el Señor Jesús utilizó a esas dos plantas como ejemplo, es necesario saber la diferencia entre ellas.
Durante un determinado período, la cizaña y el trigo son tan parecidos que incluso para quien es del rubro de la agricultura es difícil diferenciarlos. Son del mismo color (verde), tallo y hojas. Pero cuando comienzan a madurar surgen las diferencias. El trigo toma un color amarillento, mientras que la cizaña continúa verde, es decir, no cambia para mejor.
Sus raíces también poseen diferencias: las de la cizaña se extienden y se entrelazan con las raíces de otras plantas, y esto hace que, al intentar arrancarlas, se termine extrayendo también a las demás plantas. Por eso la orientación del Señor Jesús es:
“Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.” (Mateo 13:28-29)
Otro aspecto, y el más importante, se refiere a la fructificación. Los “frutos” de la cizaña se secan antes de que maduren y no se pueden ingerir, porque son tóxicos. Por otro lado, los del trigo son saludables y producen una de las mayores fuentes de alimento.
Ahora que usted entendió las diferencias entre el trigo y la cizaña, es más fácil comprender la analogía espiritual hecha por el Señor Jesús.
En la Santa Biblia con los comentarios de fe del obispo Edir Macedo, él aclara que el trigo y la cizaña se refieren a los hijos de Dios y a los hijos del maligno. “El trigo se refiere a los verdaderos convertidos que el propio Señor Jesús ha plantado para Su gloria. Por otro lado, la cizaña son los falsos convertidos que se infiltran en el medio de los hijos de Dios con el propósito de influenciarlos hacia el mal. La cizaña siempre está causando rebeldía y confusión en la Iglesia del Señor Jesús pues es el diablo quien la siembra. De esa manera, la cizaña se parece al trigo, pero no lo es, lo que hace que muchos sean engañados por él. Esa es una de las estrategias del Satanás para engañar a los escogidos y quitarles la Salvación”, explica.
Los frutos de los que son “trigo” los diferencian. En otras palabras, los frutos de la “cizaña” son los de la carne (Gálatas 5:19-21), por eso son venenosos, matan la vida espiritual de quien se alimenta de ellos. Por otra parte, los del “trigo” son frutos provenientes del Espíritu Santo que habita en él (Gálatas 5:22). Por todo eso lo que el trigo hace es para glorificar a Dios. A diferencia de la cizaña, que solo tiene como objetivo sus propios intereses.
Observe que tales características solo podrán notarse con el tiempo. Es él quien mostrará quién es quién. Por esa razón, el Señor Jesús orientó a que los dejaran crecer juntos, porque llegará el día de la gran cosecha en el que los ángeles vendrán y separarán a los verdaderos de los falsos. Los fieles (el trigo) irán al granero de Dios, el Cielo, mientras que los falsos convertidos (la cizaña) irán hacia el fuego eterno.
Y manténgase alerta: no es suficiente tener cuidado con “la cizaña”, sino que es necesario convertirse y mantenerse “trigo”, a través del bautismo con el Espíritu Santo.