Mónica: “Mi infancia fue difícil, yo vivía en la provincia de Misiones. Cuando tenía 14 años, mis padres se separaron, a esa edad me fui a vivir con una tía. Después me vine a Buenos Aires y trabajé en casas de familia, me las arreglaba sola.
Conocí a mi esposo, nos juntamos y vinieron las complicaciones. Alquilábamos, después le ofrecieron una portería y nos fuimos a vivir al edificio, pero el salario era el mínimo.
Cuando mi nene cumplió un año y medio, le hicieron un tratamiento, porque no podía correr. Hasta los dos o tres años estuvo así, hasta que me indigné. Los problemas de salud, económicos y mi depresión generaron conflictos en el matrimonio. No me levantaba, vivía llorando en la cama.
Llegué a la Universal por el programa de televisión. Estuve mirándolo durante varios meses, pero no me animaba a ir. La depresión fue lo que me llevó a ir. Al escuchar los testimonios pensé que yo también podía cambiar y empecé a hacer las Cadenas.
Fue duro, al principio el dinero no alcanzaba y mi esposo se volvió más agresivo. iba caminando a la Iglesia, después él me consiguió una bicicleta. Ponía a mi hijo en la sillita e iba a la Universal todos los días; quería ayuda. El nene tenía ocho meses y sufría de los bronquios. Se le cerraba el pecho, no podía respirar. Yo corría a cualquier hora con él, de madrugada, día o noche. Hasta que un día hablé con Dios, me arrodillé y dije: ‘no me levanto de acá hasta que mi hijo esté bien’, así fue como se sanó.
Sin darme cuenta, mis pensamientos empezaron a cambiar, comencé a hacer otras cosas. Cuando reaccioné estaba trabajando, tenía expectativas, quería hacer más. Me convertí en diezmista y salimos adelante.
Mi situación dio un giro de 180 grados en el matrimonio, en lo económico y en la salud. Compramos un auto y pudimos cambiarlo varias veces. Mi hijo que no podía correr hoy es ciclista. La relación con mi esposo está transformada totalmente, aprendí a usar mi fe y todo cambió”.
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