Luciana vivió una infancia difícil. Su familia tenía vicios y eso hizo que se volviera una joven nerviosa y agresiva. En su casa las peleas y los insultos eran algo frecuente. Hoy, confiesa que, en aquel entonces, llegó a golpear a sus padres.
Para no estar adentro de su casa, Luciana buscaba “refugio” en las amistades.
Al llegar a la Universal, su vida cambió, y en el Ayuno de Daniel aprovechó la oportunidad para conocer a Dios. Dejó todo lo que no le aportaba nada positivo a su fe. “Si quería algo de Dios, tenía que llamar su atención”, dice.
Hoy, su carácter no se parece en nada con el del pasado. Tiene paz y una relación afectuosa con toda su familia.
Usted también puede acercarse al Templo de la Fe, en Avenida Corrientes 4070, Almagro, o a la Universal más cercana, y enterarse cómo participar del Ayuno de Daniel para recibir la felicidad más grande a través del Espíritu Santo.