¿Dónde está su fe cuando vienen las dificultades?
El evangelio de Lucas cuenta una historia curiosa, que podemos hacer una analogía de lo que ocurre en nuestras vidas. El texto dice que Jesús calmó la tempestad. “Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron” (Lucas 8:22)
Mientras navegaban, Jesús dormía y sobrevino una gran tempestad. Los discípulos, desesperados comenzaron a decir que estaban pereciendo y fueron a despertar al Maestro. Y luego de reprender la tempestad, Jesús preguntó:“… ¿Dónde está vuestra fe?…” (Lucas 8:25)
Como vemos en Lucas, capítulo 8, versículo 22, Jesús dijo: “Pasemos al otro lado del lago”. Eso quiere decir, que llegaremos del otro lado. Pero a mitad de camino se desencadenó la tempestad. Y lo primero que los discípulos olvidaron fue su fe, dejando al miedo tomar el control de sus corazones.
Así como los seguidores de Cristo, ¿Cuántas veces hemos tenido una meta, la certeza de nuestra victoria, pero al enfrentar algún problema nos olvidamos de la promesa y somos amedrentados? Creo que como en aquel episodio, Jesús también pregunta:” ¿Dónde está vuestra fe?” ¿Dónde está su fe cuando usted pasa por momentos turbulentos?
Aprender la lección
Si Jesús prometió que llegaríamos al otro lado, ¿por qué dar tanta importancia a estos vientos que intentan voltear nuestro barco y ahogarnos? Muchas veces, hasta parece que Jesús está durmiendo cuando la oración no es contestada en el momento que deseamos. Pero cuando Él está en el barco con nosotros, nada malo nos pasará.
Sin ningún pronóstico, las tempestades son tan fuertes que el barco de nuestra vida puede hasta balancearse, vientos de problemas pueden hasta intentar hundirnos, quitar nuestra paz y dejarnos preocupados. Pero, en lugar de mirar a estas turbulencias, podamos enfocar nuestros ojos en lo que está por venir. Jesús prometió que cruzaríamos este lago de dificultades y llegaríamos al otro lado.
Entonces, ¿por qué olvidamos las promesas y tememos a la furia del viento?
Que al enfrentar una tempestad, podamos recordar: aunque el Maestro parezca estar dormido, Él está con nosotros y no dejara que perezcamos.
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