La Tropa de Elite del Espíritu
¿Usted ya vio cómo es la preparación de un soldado en el ejército? Su mente, mucho más aun que su cuerpo, recibe entrenamiento para controlar sus emociones.
Eso es para que, en caso de guerra, no exista ningún sentimiento de pesar para matar al enemigo. El soldado es entrenado para destruir a los enemigos de la patria.
Sin embargo, su entrenamiento no es el mejor.
Cuando se trata de tropa de elite, de cada cien candidatos, apenas unos cinco, a lo sumo, son escogidos. En ese caso el entrenamiento es excesivamente duro y severo. La mente es acondicionada para hacerlos casi insensibles al dolor físico. ¡Imagínese la insensibilidad con respecto a las emociones!
Si el soldado no es capaz de vencer sus emociones y debilidades personales, ¿cómo podrá enfrentar y vencer al enemigo? Si no vence en su interior, ¿cómo lo hará en su exterior?
Creo que la filosofía de la tropa de elite no es para morir luchando, sino para vencer luchando.
En el Reino de Dios no es diferente. Todos los nacidos del Espíritu Santo forman parte de la Tropa de Elite Celestial. Ningún hijo es más débil que otro. Todos tienen el mismo ADN Divino, el mismo Espíritu, el mismo poder…
¿No es lo que hemos creído, que “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio?” 2 Timoteo 1:7.
Claro que no todos han tenido la disposición de sacrificar la propia vida por la fe. En el pasado fue así, en el presente es así y en el futuro también lo será.
Pero hay algunos que se superan. No miden esfuerzos en sacrificar sus vidas por lo que creen.
A ejemplo de los gaditas que ayudaron a David, la Biblia dice que eran hombres de guerra muy valientes para pelear, diestros con escudo y lanza; sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre los montes… El menor valía por cien hombres, y el mayor, por mil. 1 Crónicas 12:1-14.
Dios no escatimó poder a los fieles del pasado y no lo hace en el presente. Él ha armado a Sus hijos de tal forma, que los enemigos de la cruz no tienen chance de prevalecer.
Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos… 2 Corintios 10:4.
Los nacidos del Espíritu de Dios nunca pierden. Las supuestas pérdidas, fracasos, frustraciones y decepciones, son nada más que la preparación de la Tropa de Elite del Espíritu de Dios.
¡Todo coopera para el bien de ellos! Todo…
Cuando ganan, se alegran con la victoria. ¡Aleluya!
Cuando pierden, lloran, lamentan y se quejan. Sólo por un rato.
Más adelante descubren que también ganaron. Y entonces ¡es sólo festejar!
La muerte, los demonios, el infierno, el diablo y sus hijos se muerden de rabia por vernos felices, alegres y radiantes, aun delante de los vendavales de la vida.
Los hijos de Caín mueren de envidia de nosotros. ¿Quién les manda no sacrificar como los hijos de Abel?
JAJAJAJAJA
Por lo tanto, ganando o perdiendo, ¡los nacidos de Dios siempre ganan!