Ubicada a poco más de 40 kilómetros al norte del Mar de Galilea, y a los pies del Monte Hermón, queda Cesarea de Filipo, tierra de la mayor naciente del Río Jordán, muy cerca de la división entre Israel y Siria.
Alrededor del año 20 antes de Cristo (a.C.), el monarca Herodes el Grande, construyó en el área un gran templo de mármol blanco dedicado al emperador César Augusto, alrededor de la cual fue surgiendo una ciudad importante.
Su hijo y sucesor, Herodes Felipe, amplió la ciudad, la embelleció y la renombró Cesarea de Filipo, un “homenaje” que lo mezcla a él mismo y al César de entonces, Tiberio. El nombre tenía el objetivo de distinguirla de otra Cesarea, capital romana en la costa de Judea.
Citada en el evangelio de Mateo, la ciudad ricamente irrigada está en un área muy fértil, lo que atrajo muchos habitantes, que la condujeron a muchos cultos de varios tipos, sobre todo paganos. Las ruinas de muchos templos fueron encontradas en la región, que data de los períodos Helenístico y Romano.
Era conocida como Baal Hermón, exaltando al dios pagano que le daba ese nombre, en la era del Antiguo Testamento. Más tarde, fue conocida como Panias (que derivó al actual nombre, Banias), en homenaje al dios Pan, de la mitología griega. Pan era conocido como el dios con piernas, orejas y cuernos de macho cabrío, cuya leyenda decía que causaba miedo repentino e injustificados a los viajantes nocturnos de los campos – de allí proviene el origen de la palabra “pánico”. Para aplacar su ira y sus bromas de mal gusto, sus devotos hacían sacrificios en una gran caverna (Foto de arriba) de la región alrededor del sigo III, a pesar de que el propio Jesús anduvo por esos lugares predicando la palabra de Dios, como testifica Mateo:
“Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a Sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?
Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.
Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos.”
(Mateo 16:13-17)
Cerca de la gran caverna de los sacrificios, aún conocida como Gruta de Pan, hay una paredón natural donde se encuentran, hasta hoy, los nichos donde habían estatuas en reverencia a los antiguos dioses.
Es uno de los principales lugares arqueológicos de Israel. Continua en su papel de abastecimiento del Jordán, repleta de cascadas que atraen visitantes de todo el planeta, tanto para apreciar sus famosas ruinas como para bañarse en esas aguas, sobre todo en el fuerte verano Israelí. En Banias hay una importante reserva natural con el mismo nombre, con el fin de proteger los manantiales del Jordán, aunque acepte el turismo en sus tierras.