Marisel quería formar una familia para ser feliz, pero los problemas no tardaron en aparecer.
Aunque ella y su marido se amaban, no podían evitar las discusiones y los vicios que eran una constante en su hogar. Cuando ella se enteró de su embarazo, creyó que sería la solución, pero todo empeoró. Su segunda hija nació con problemas psicológicos, por esto recorrieron psicólogos y psiquiátras en busca de una solución, pero la niña no mejoraba. Ella se volvió agresiva, no soportaba a sus hijas.
Un día llevó a una de sus hijas hacia el balcón la agarró del cuello e intentó matarla. Su marido la golpeaba, llegó a desfigurarle la cara. Ambos estaban involucrados con las drogas y el alcohol. Ella intentó matarse porque sentía que no tenía razones para vivir.
Sin embargo existía una salida, una invitación le dio la esperanza que ya había perdido.
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