Existen determinados verbos que Dios no conjuga en 1° persona. Uno de ellos es chantajear. Descubra por qué.
Huir – Es costumbre decir que “cuando el barco comienza a hundirse los ratones son los primeros en huir”. Muchos tienen esa sensación cuando enfrentan un problema, pues todos desertan: amigos, familiares, marido, mujer, o hasta hijos. Sin embargo, Dios nunca huye, y si alguna vez se sintió abandonada por Él, medite si tal vez no habrá sido usted quien se apartó de Él y no lo contrario.
Obligar – Hacer algo por obligación es una de las peores cosas que le puede suceder a alguien, pues el empeño no es verdadero y el resultado estará siempre por debajo de las expectativas. Dios quiere, por sobre todo, su sinceridad, pues lo que Él ve es la intención del corazón humano. Siendo así, Él nunca podría obligarlo a nada, pues sabría siempre que su corazón no estaría allí.
Marcar – Cuando un amigo, compañero o familiar nos desilusiona, inmediatamente subimos la guardia, quedamos alerta, “marcando” a aquella persona, porque quien lo hizo una vez, lo hará dos y tres. Pero así somos nosotros los seres humanos. Por Su parte Dios nos da infinitas hipótesis, perdonando nuestros errores y permitiendo que volvamos “a casa del Padre” siempre que queramos.
Omitir – Con Dios no hay sorpresas, especialmente aquellas desagradables. Él nos dice siempre el cómo, el cuándo y el por qué, sin omitir nunca nada. Tal vez sea por ese motivo que muchas personas tienen dificultad de entregarse, pues aunque Él muestre todo, no presenta un camino pavimentado de facilidades.
Tentar – Quien tienta es el diablo, para hacernos caer en pecado y, consecuentemente, hacernos sentir culpables y demasiado débiles para pedir lo que quiera que sea a Dios o hasta sólo para hablar con Él. El pecado aniquila la fe, y Dios sabe que somos tentados diariamente por el mal. Pero lo que Él espera es que salgamos victoriosos de esta confrontación.
Tomar – Es la fe la que regula, la que es la medida, el termómetro de nuestra relación con Dios. Por eso, todo lo que conquistamos de Él es por la fe y si perdemos algo es también por la falta de fe. Dios no toma nada de vuelta. Luchar, conquistar y establecer son verbos que solamente nosotros, como seres humanos, conjugamos en 1ra. persona.
“…pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” Gálatas 6:7
Chantajear – El valor de las bendiciones divinas no es negociable, por eso nunca trate a Dios como un vendedor de feria con quien está regateando el precio de la fruta. Él no nos pide nuestro todo como forma de “pago” por las bendiciones y sí como prueba de nuestro amor por Él, ya que el de Él por nosotros quedó claro cuando dio a Su Hijo para morir en la cruz por nuestros pecados y a cambio de la salvación de nuestra alma.
Contrariar – Su voluntad y la voluntad de Él son dos cosas distintas, pero Él nunca se pone por encima de sus deseos, por lo contrario, Él espera que usted luche por la realización de sus sueños, pero que también tenga la humildad de reconocerlo como el Padre que sabe qué es lo mejor para Sus hijos.
Culpar – La culpa es hija de la frustración. La conciencia de lo que deberíamos haber hecho, haber sido o cómo deberíamos haber actuado nos pesa. Muchos se niegan a asumir cualquier responsabilidad en este sentido, remitiéndola directamente a Dios, otros sienten que es el propio Dios quien los culpa y castiga por un pecado cometido o por la quiebra de una norma religiosa.
Mentir – Él no miente ni engaña, en ninguna circunstancia, por lo contrario, dice siempre la verdad. Y es esta la propuesta que Él hace a quien desea seguirlo, que tenga Su mismo carácter, tal como un hijo es identificado por las semejanzas que tiene con su padre.
Escoger – Dios nos llama a todos, sin discriminar a nadie, por eso, no es Él quien nos escoge. Esta elección es individual, es cada persona quien la hace, a partir del momento en que opta por uno de los dos caminos que le son colocados delante: el Bien o el mal. Al escogerlo a Él estaremos escogiendo automáticamente el camino del Bien.
Interferir – Él nunca interfiere en las elecciones del ser humano, por lo contrario, le da libre albedrío en todos los aspectos y áreas de su vida, lo que implica la libertad para realizar sus opciones, así como la capacidad de recoger los frutos de las mismas. ¡La responsabilidad por nuestro éxito o fracaso es solo y únicamente nuestra!
Manipular – No existen naipes escondidos con Dios, todas las “cartas están sobre la mesa” y, para conocer mejor Su propuesta, basta sólo leer Su Palabra, todo está allí: de dónde venimos, quienes somos sin Él y en quiénes podemos transformarnos con Él. Y Dios no pretende condicionar, influenciar y mucho menos adulterar el resultado, pues este siempre estuvo en nuestra mano.
Retener – Dios sabe la criatura que hizo, por eso sabe que lo mejor del ser humano es fruto de una dádiva espontánea. De nada sirve retener a alguien contra su voluntad, pues nada de lo que aquella persona haga, ninguna actitud, será basada en la sinceridad. Por eso, Dios no obliga a nadie a permanecer con Él, sino más bien le ofrece a cada uno la libertad de elección del propio camino.
Apoderar – Este verbo significa tomar por la fuerza o sin el consentimiento del otro. Dios desea que nos entreguemos a Él 100%, nuestro todo, nuestro corazón. Sin embargo, esta entrega tiene que ser voluntaria, hecha de acuerdo con la voluntad de cada persona. Por eso, Él nunca se apoderará de nada, mucho menos de su vida.
Oprimir – Cristo vino a este mundo precisamente para liberarnos del yugo opresor del enemigo, personificado por la enfermedad, la miseria, el hambre, los vicios, la soledad, el abandono, entre otros. Con Dios experimentamos exactamente lo opuesto, beneficios como la libertad, la salud, la abundancia, la felicidad, el equilibrio, etc. La persona de Dios, sólo por sí misma, es el antónimo de la opresión.