Las aguas de Luanda fueron testigos de muchas vidas entregadas a Dios
La Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD) bautizó, el pasado 26 de febrero, en las aguas de la playa del Morro dos Veidaos, en Luanda, Angola, aproximadamente a 20 mil nuevos miembros. Todos le dijeron “Sí” a Jesús, asumiéndolo como Su Señor y Salvador. El evento sucedió simultáneamente en todo el país, donde más de 27 mil personas fueron bautizadas.
Los miembros recién bautizados manifestaron en público su reconocimiento por la muerte de Jesús en la cruz y prometieron seguirlo y servirlo. Según el obispo Augusto Dias, responsable por el trabajo de evangelización de la IURD en el país, este evento marcó la vida de las personas que decidieron sepultar la vieja criatura. “Hoy comienza una nueva historia para los que estaban decididos y salieron de sus casas, enfrentando todo tipo de obstáculos en el camino hasta llegar a este lugar elegido. Soy consciente que tal sacrificio será recompensado por Dios”, dijo.
Y agregó: “Jesucristo, antes de descender a las aguas del río Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista, era un simple hombre, un ser igual a los demás, pero, después de ser inmerso en las aguas, su salida fue triunfante, pues recibió el Espíritu Santo. Allí comenzó su gran trayectoria espiritual. Es por eso, que los que vinieron con el corazón sincero y consciente que, después de ser bautizados en las aguas, son nuevas criaturas, van a ser llenos del Espíritu Santo.”
Testimonio de quien vivió el cambio
Angela da Conceiçao (foto al lado), de 24 años, estaba decidida a abandonar las viejas prácticas y nacer para el Reino de Dios. “Creo que las palabras del obispo Augusto Dias se van a cumplir en mi vida. Tengo la plena convicción que después del bautismo ya no seré la misma persona, la que tenía placer en fiestas, peleas y en los vicios. Seré una nueva criatura.” determinó.
Por otro lado, para Miguel Venancio, ex presidiario, la Palabra de Dios lo tocó profundamente. “Escuché hablar del amor de Jesús tras las rejas en la cárcel. Me arrepentí de lo que hice y opté por bautizarme. Hoy sé que Dios me ama y que si no fuera por Su misericordia estaría muerto y enterrado, tal como le sucedió a mis compañeros con los que delinquía. La única manera de compensar Su amor por mí es seguirlo, servirlo y hablar de Su amor al mundo”, finaliza.