La experiencia nos ha mostrado que cuando los espíritus inmundos toman posesión de la mente de una persona, estos pueden controlar todo el cuerpo y hacer del mismo un instrumento inmoral del placer, además de robar, mentir, engañar, odiar y todo lo demás concerniente a la obra del diablo. Pero aún así la liberación de esa persona no es difícil. Sin embargo, cuando ellos toman posesión del corazón de la persona, entonces la liberación se hace más compleja, teniendo en cuenta el hecho de que el centro de las emociones de aquella persona está controlado por la fuerza del mal. Para ella es mucho más difícil entender el mensaje del amor de Dios, lejos de que esto signifique que sea imposible.
No obstante, cuando se trata de personas que fueron liberadas y se convirtieron al cristianismo, pero permitieron, por uno u otro motivo, que sus corazones fueran alcanzados por el espíritu de este mundo, entonces la conversión se hace imposible. Es justamente eso lo que la Biblia nos enseña diciendo: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” Hebreos 6:4-6.
“…Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” Apocalipsis 3:3.
En varias ocasiones el Señor Jesús les advirtió a Sus seguidores al respecto a Su Segunda Venida. Él nunca dijo cuándo, pero siempre dejó en claro que será repentina, de sorpresa, ¡como cuando viene el ladrón! ¿Y cuándo viene el ladrón? Nadie lo sabe. La Segunda Venida de nuestro Señor Jesús puede ser comparada con la muerte: ¿cuándo será nuestro último instante de vida? ¿Quién nos puede decir cuánto tiempo nos resta? De la misma forma que nadie sabe cuándo pasará a la eternidad, ¡así también será la venida del Hijo del Hombre! ¡Lo más importante de todo es estar preparado, es saber si el perdón ofrecido gratuitamente por el Señor ya fue aceptado y si hay certeza de la salvación eterna! Nosotros necesitamos tanto estar preparados para pasar a la eternidad, como para la Segunda Venida de nuestro Señor Jesús, porque tanto la primera como la segunda serán inesperadas.