Las escrituras sagradas dicen que cuando Jesús llegó cerca de Jerusalem y vio la ciudad, lloró con compasión. Jerusalem representa a la Iglesia de hoy, que somos nosotros. Y cuando Jesús se aproxima para ver si estamos en la fe o en el sentimiento, indignados o acomodados, con o sin visión, activos o inactivos, en fin, si realmente estamos dando todo de nosotros. Y Él llora cuando ve que no estamos aprovechando la oportunidad que se nos es dada, por medio de cada reunión, propósito, mensaje. También cuando no mostramos todo lo que Él espera encontrar en nosotros, esto es, una fe pura, sincera y sin malicia. Una fe acompañada de humildad, obediencia, sumisión, indignación, coraje, decisión y entrega total.
“…y diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz!” (Lucas 19:42).
¿Cuándo tenemos paz? Cuando somos bautizados con el Espíritu Santo y nacemos de nuevo. Porque, así, vamos a caminar con nuestras propias y avanzar, haciendo aquello que no podíamos.
“…Mas ahora está encubierto de tus ojos” (Lucas 19:42)
Muchos no pueden tener paz, porque están despreciando a su Príncipe, Aquel que hace y nadie puede deshacer. Pero, si quieren lo que Dios puede hacer y disfrutar de aquello que sólo Él puede dar, primero, deben aceptarlo y estar con Él. Pues cuando no estamos en la fe inteligente y bíblica, Jesús se oculta, con todo lo que le pertenece- la paz. Tenemos oportunidades, cada semana, mes y año, pero ellas pasan sin que nos demos cuenta. Entonces, ¡ahora es su oportunidad!
“Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán” (Lucas 19:43)
Los enemigos nos han cercado. ¿Cómo? Observe su vida espiritual, familiar, económica y sentimental. ¿En qué estado se encuentra? ¿Y sabe por qué está tan cercado por el diablo? ¡Porque usted no aprovechó la oportunidad! El diablo, con sus trampas, está invadiendo su vida por medio de pensamientos, fantasías, sentimientos, emociones, costumbres, tradiciones, y lo ha dejado entrar. Cuando menos lo espera, está endeudado, enfermo, viciado, perturbado, triste.
¡Acuérdese que en la Bíblia está escrito que la oportunidad es hoy, ahora! Por eso, o decida ahora o nunca. Pero si quiere salir del aprieto, vivir y disfrutar una vida realizada, no sólo sentimentalmente, amando a su amado(a); no sólo físicamente, saludablemente, sin miedo a la muerte, porque Jesús fue a la cruz para vencer a la muerte y para que tenga paz y vida. ¡La oportunidad es ahora, sino, va a ser tarde!
“y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación” (Lucas 19:44)
¿A quién quiere destruir el diablo? A usted y a mi. Entonces, si se es hombre, mujer de Dios se juntan los recuerdos de sus sacrificios, entrega, dedicación, santificación, obediencia y temor. Eso quema y avergüenza al diablo y lo hace huir. Esto quiere decir, la persona no se queda sólo con la teoría, el conocimiento, sino en la práctica. Entonces, hay salvación, liberación y transformación. Él identifica a los demonios que están actuando, negociando, planeando- orar, dar el diezmo y evangelizar- de forma religiosa, tradicional, confortable no es un sacrificio completo. Dios está esperando que aproveche las oportunidades. ¿Cómo? Mostrando el poder de Dios, tal como Jesús hizo. ¡Dé, pruebe y confíe en Dios!
¡La oportunidad es esta! Cuando se despierte y se vea en el espejo, dentro de sus ojos, dígase a sí mismo: ¡Hoy es mi oportunidad! ¡Y el diablo no me a afligir. Yo lo voy perseguir!
Acuérdese que si no es mujer u hombre de Dios para hablar consigo mismo, entonces tampoco lo será para hablar con Dios, ni con el diablo. ¡Mírese y hable consigo mismo! Así aprovechará la oportunidad y nunca más va a perder ninguna.