Pero es importante la compañía de los padres
Competir con el amiguito, con el hermano, con el primo. ¿Hasta dónde es positiva esa competencia de quién es el mejor, el más fuerte? Según la psicóloga Cecilia Zylberstajn, eso es algo natural del ser humano.
“Hasta un bebé de aproximadamente 1 año, cuando empieza a entender el mundo, ya demuestra un comportamiento posesivo en relación a los juegos, a los padres. Podemos decir que él ya está siendo competitivo.”
La competitividad entre los niños empieza principalmente cuando se está en la edad de la socialización. “Y también cuando llega un hermano, pues en ese momento empieza a compartir su vida con otra persona”, explica la psicóloga.
Según Cecilia, el lado bueno de la competencia entre los niños es que los prepara para las próximas fases de la vida. “Desde siempre el ser humano tiene que aprender cómo es el mundo y lo que va a encontrar. Es una cuestión importante, pues saber competir es saber ganar, compartir y perder.”
Claro que el exceso de competitividad no es bueno. “El niño tiene que saber que no deja de ser amado porque existe otro pequeño. Si él siempre es competitivo y no hay intervención de los padres, puede tornarse un adulto que se compara mucho con el prójimo. Eso puede acarrear problemas como depresión y dificultad de relacionarse con el otro”, aclara Cecilia.
El papel de los padres
De acuerdo con la psicóloga, lo más importante es que los padres les enseñen a sus hijos a expresar sus sentimientos. “Los padres deben enseñarles que ellos pueden enojarse con lo que fuese, pero la forma de expresarse tiene que ser la adecuada. Es necesario ayudar a los hijos a expresarse de la manera que sea conveniente con su edad, sin ser agresivos.”
En relación a la competencia entre hermanos, los padres deben fijarse si realmente no están dando tratamiento diferente para cada uno. “Tiene que jugar con los dos de igual manera, para que ellos perciban que los dos pueden ganar y perder”, enseña Cecilia.