La marca de Dios es lo de mayor importancia, especialmente en la vida de aquellas personas que realmente desean vivir eternamente con Él. Así como los animales en una hacienda son marcados con las iniciales de su dueño, la bestia durante el período de la tribulación hará su marca en sus adoradores. El propio Dios también hará su marca en aquellos que Le pertenecen. Esta marca es el nombre del Señor Jesús. Y la cosa más importante en el mundo es que la persona tenga esa marca porque, en ese caso, el diablo no tiene más el derecho de tocarla.
Las Escrituras Sagradas dejan en claro que el diablo no tiene fuerza y por eso no consigue tocar a quienes están marcados por Dios. Así, una vez que recibe esa marca de Dios, la persona estará protegida por toda la eternidad. Tendrá garantizada su salvación.
Sobre eso dice el salmista que aquel que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. ¿Quién es ese que habita al abrigo del Altísimo? ¿Y quién es ese que morará a la sombra del Omnipotente? Aquellos que fueron sellados por el propio Dios, aquellos que pertenecen a Dios. El salmista continúa diciendo que el Dios, en quien confía, es su esperanza y su castillo. Esta es la confianza de aquellos que son marcados por Dios.
Esta seguridad no es una ilusión, pues el salmista garantiza que Dios lo librará del lazo del cazador y de la peste destructora, lo cubrirá con sus plumas y debajo de sus alas estará seguro.
Vivimos en un mundo de inseguridad, donde la seguridad ha sido buscada, pero no encontrada. Cuando leemos los diarios, oímos los noticieros de la televisión o la radio, es lo mismo. Son muchos los atentados, los secuestros, las guerras. Aún en los países con grandes sistemas de seguridad, las personas no están libres de esto.
¿Dónde está la seguridad de este mundo? No existe. Pero aquellos que son sellados por Dios estarán seguros, es lo que garantizan las Sagradas Escrituras. Y esto está determinado por el propio Dios.
El salmista declara que quien confía en Dios estará seguro, pues no se asustará del terror nocturno, ni de la flecha que vuele de día, ni de la peste que se propaga en la oscuridad y ni de la mortandad que asola al mediodía. Podrán mil caer a su izquierda y diez mil a su derecha, mientras, no será alcanzado.
Esta es la promesa de Dios para todas las personas que fueren selladas con el Espíritu Santo para vivir por toda la eternidad. Eso solo es posible para aquellas que fueren selladas por Él.
Cuando la persona es sellada por Dios, recibe un cuerpo espiritual donde pasa a tener la visión de Dios, el entendimiento de Él para con las cosas del mundo. Y pasa a vivir de acuerdo con la certeza de que con Él los obstáculos serán vencidos.
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