Aun acostado en la cama, Adam piensa en la entrevista de empleo que tiene por delante. Se levanta y comienza a prepararse para el día. Después del baño y del desayuno, se despide de la familia y sale rumbo a la empresa.
El tiempo pasa y Adam no es atendido. Ya son más de las 10 hs. y no hay ninguna señal de que lo llamen. En la pared de la sala de espera lee un aviso: “¡Atención! Las vacantes serán ocupadas por orden decreciente de clasificación.”
– ¡Ah, seguramente las vacantes ya fueron ocupadas! Tantas personas entraron ya delante mío y pocas volvieron, seguramente me quedan pocas chances, si es que todavía me queda alguna…
Adam mira para todos lados, observa a los concurrentes, se pasa la mano por la cabeza, se angustia. “¡Yo necesito este empleo!”- se dice a sí mismo. Y como si ya estuviese esperando una mala noticia se precipita hacia la recepcionista:
-Por favor, sea sincera…las vacantes ya fueron ocupadas, ¿no es así? Estoy aquí sentado hace tanto tiempo, y nadie me da una respuesta. Por otra parte, por la cantidad de personas que ya vi entrar, poquísimas volvieron… ¿Usted cree que ya van a escoger a los nuevos empleados, o van a esperar a entrevistar a todos? Es que necesito mucho este empleo….
-Señor, lo siento mucho, pero no puedo darle ninguna información, mucho menos sobre la selección de candidatos. Siéntese y espere, puede ser que todavía lo llamen.
Hubiese sido mejor que Adam nunca hubiera intercambiado ninguna palabra con aquella mujer porque, por lo poco que conversaron, su ansiedad sólo aumentó.
A pesar de eso, él hizo lo que ella le pidió, se sentó en el último banco, lugar estratégico desde donde veía todo el movimiento de la sala, y allí se quedó intentando distraerse con la televisión.
Una leve picazón, sin embargo, perturba su concentración. Adam se lleva la mano hasta el hombro y espanta una mosca que se había posado. Luego se rasca la nariz, la frente, las orejas. Le parece extraño y decide ir hasta el baño. Algunas personas lo miran espantadas, otras se ríen, otras susurran intrigadas.
Al entrar en el baño…
-¡¡¡AAAAAhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!
Cuando se mira en el espejo, Adam se desespera con su propia apariencia. Sus manos peludas, los ojos arrugados como de peces, el cuerpo lleno de escamas, no parece una persona, sino ¡un monstruo indescriptible! Dos hombres entran en el baño y salen a los gritos:
– ¡Socorro! ¡Hay un monstruo aquí!¡¡¡Socorro!!!
– No, calma, no le voy a hacer ma…….
– ¡Aléjese de mí!, ¡¡socorro, socorro!!!
No sirve de nada pedir calma, los hombres salen corriendo enloquecidos. Y allá afuera, una pequeña multitud se aglomera. Adam queda aislado en el baño. Intenta decir alguna cosa, explicar lo que no sabe, pero a cada palabra que intenta decir, suelta gruñidos de cerdo.
Adam llora desesperadamente. Ya fue lo del empleo. Eso ahora es lo de menos. A causa de aquella tenebrosa apariencia, perderá la familia, los amigos, lo poco que todavía tenía. ¡Ni siquiera sabe en qué cosa se había transformado! ¿Cómo se transformó en un monstruo si no tenía la intención de lastimar a nadie? ¿Cómo volverá a la normalidad?
Adam permanece horas allí dentro, arrinconado y temiendo por su vida. Intenta espantar las moscas que se le aproximan, pero las garras de sus manos (¿o son patas?) le impiden aplastarlas. Sin embargo, no es eso lo que él realmente quiere. Adam logra atrapar uno a uno los insectos y se los lleva a la boca, saboreándolos calmadamente. Su mente lo recrimina, pero su voluntad de comer es mayor. Ya no se ve como un humano, sus dientes están más grandes, los caninos van más allá de sus labios, sus orejas crecieron, ya es imposible ver su piel.
De pronto, las luces y el agua del baño son cortadas, en una tentativa de que se entregue. Ya está oscuro y a través de la ventana se pueden ver luces coloridas cruzándose por el aire. Un hombre amenaza por el altavoz:
-Señor Adam, o la cosa que sea que está ahí dentro, ¡ríndase pacíficamente si no quiere que invadamos el lugar! Le damos 10 segundos…
-10, 9, 8… – La multitud allá afuera comienza la cuenta regresiva. Emisoras de televisión y radio y periodistas de todos los noticieros hacen del acontecimiento el gran espectáculo de la noticia, que dará temas para todo el año.
Los padres y hermanos de Adam imploran para que él salga, pero no surge ninguna respuesta.
Dentro del baño, el joven ya no sabe lo que está sucediendo. Su mente confusa le impide razonar bien. Piensa en arrancar la reja de la ventana, correr por la puerta, o simplemente romper la pared. Tiene fuerza pero le falta coraje. Adam se ha transformado en una especie de bestia, una cosa indescifrable.
– 7, 6, 5…- La cuenta continúa…
– 4, 3, 2…- Adam no sabe qué hacer. Policía, autoridades, investigadores y el público en general, todos esperan por el desenlace, pero la mayoría quiere ver la muerte del supuesto monstruo.
– ¡¡¡1!!!
Una bomba explota y destruye una de las paredes, agentes de seguridad, usando ropas especiales, cargan una inmensa red de captura. Adam, que ahora es un bicho, comienza a gruñir fuerte, levanta los labios y muestra los afilados dientes. Es la manera que encuentra para defenderse de los ataques humanos.
Alcanzado por una cápsula que contiene una inyección tranquilizante, aquella cosa cae indefensa. El público invade el lugar, atraviesa las barreras de protección impuestas por la policía y empuñando palos, piedras y barras de hierro, aprovecha la situación para lincharlo.
A pesar de estar casi adormecido, todavía está sobrio, pero sus fuerzas fueron totalmente extinguidas. La cosa no logra defenderse, pero aun puede ver el primer palazo viniendo al encuentro de su cabeza.
-¡¡¡¡¡AAAAAAAhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!
Con un grito desesperante, Adam despierta y se cae de la cama.
– Adam, ¿estás bien? ¿Adam?, ¿Adam?
Transpirando todavía mucho y sin creer lo que está sucediendo, responde con una mezcla de alivio y perplejidad:
-¡Si, mamá! Pienso que sí…
– Perfecto, entonces no tardes en salir de la habitación, para que no pierdas tu entrevista de empleo.
Todavía sin creerlo, Adam se mira al espejo y se ve tan normal como estaba antes de irse a dormir.
Para reflexionar
¿Qué conclusión saca usted de esta historia? Nos habla de varias cosas. Y una de ellas es: La duda hace que usted transforme pequeñas situaciones en grandes desastres, y nos atormenta tanto que es capaz de hacernos ver monstruos donde no existen.
No deje que la duda acabe con usted.