¿Usted ya pensó que la manera en que habla, elogia o advierte a su hijo puede cambiar efectivamente lo que realmente quiere decir? “Las palabras necesitan ser de fácil comprensión, eficientes y las frases concisas. En los momentos de reprensión, la entonación de la voz debe ser firme, sin dejar dudas. No llame la atención del niño mientras sonríe o elogie con un tono fuerte, cualquier expresión corporal de manera adversa puede confundirlo”, alerta la fonoaudióloga Juliana Pontes.
No use diminutivos, porque dependiendo de cuán infantil sea la conversación, mayores serán las dificultades que el niño tendrá para adquirir los fonemas correctamente. A medida que el niño absorbe el tipo de lenguaje y entiende exactamente la intención del mensaje, sea cual fuere el contenido, los padres deben avanzar con el uso de palabras, agregando nuevos adjetivos y diferentes maneras de abordar el mismo tema.
Mantengase frente a su hijo al hablar, si es posible, coloquese a su altura, mire su cara, hable despacio, observe se él realmente está comprendiendo sus palabras, y las expresiones faciales, como la expresión de satisfacción o desagrado. Según la fonoaudióloga, al elogiar al niño, diga palabras que lo incentiven, con caricias y aplauda si fuere necesario. Para las críticas y enojos, brindele explicaciones lógicas y objetivas, sin ser agresivo.
Cuestione
“El ambiente ideal para llamar la atención del niño es ese en que no hay barullo. Evite mayormente reprender al niño delante de otras personas, aunque sean de la familia, pues ese momento es muy importante para su formación intelectual y eso puede hacer que su atención se desvíe o incluso hacer que se sienta intimidado delante de los demás”, comenta Juliana.
De acuerdo con el especialista, al final de cada conversación con su hijo, los padres deben preguntarle: “¿qué entendiste?” Pidale al niño que repita lo que se habló, de esta manera sabrá cuando almacenó el tema explicado. “Los terminos técnicos sin importancia o conversaciones muy elaboradas para un niño pequeño son ignorados, pues no son comprendidos, por lo tanto los padres deben tener sentido común”, finaliza.