El ex ateo dice que la inundación bíblica justifica las transformaciones del planeta
Walt Brown, director de la entidad conocida como Centro para la Creación Científica, dice que pasó décadas de su vida como un defensor ateo de la teoría de la evolución de Charles Darwin. El currículum de Brown en instituciones de enseñanza de los Estados Unidos es extenso: se formó en West Point, uno de los mayores institutos militares de enseñanza superior del planeta, tiene un Doctorado en Ingeniería Mecánica del Instituto de Tecnología de Massachussetts, y es miembro de la prestigiosa Fundación Nacional de Ciencias (NSF), dio clases en la Academia de la Fuerza Aérea y fue jefe de Estudios Científicos y Tecnológicos del Air War College. Hoy, se define como un científico cristiano dedicado a investigar sobre los fenómenos descriptos en Génesis.
En su libro “In the Beginning: Compelling Evidence for Creation and the Flood”, Brown postula que algunas características geológicas de la Tierra pueden comprobar la inundación bíblica en la época en que Noé construyó el Arca que salvó a su familia y a las especies de animales de nuestro planeta.
Fe y ciencia unidas
El científico afirma que el diluvio produjo los fenómenos geológicos conocidos en la actualidad. Para él, la fe está en armonía con los datos científicos. Según Brown, hay cerca de 230 relatos del diluvio en culturas diferentes, incluyendo la Epopeya de Gilgamesh, personaje sumerio, por lo tanto babilónico, pues Sumeria, cuando se debilitó, fue tomada por Babilonia. Todos ellos hablan de una gran embarcación con sobrevivientes.
Aliado a la Biblia y datos geológicos, él alega que las aguas antes escondidas en colosales torrentes subterráneos (incluso debajo del mar, que era más bien una planicie) brotaron a borbotones fuera de la estratósfera en una gran explosión por presión, bajando bruscamente la temperatura. Volvieron a la superficie del planeta, los inmensos bloques de piedras y tierra, lanzados para arriba, formaron montañas. El investigador alega que la fuerza de la presión del agua sobre la corteza terrestre era tanta, que la liberación de la misma tuvo una fuerza equivalente a trillones de bombas de hidrógeno, que abrieron un gran hendidura donde hoy se encuentra el Océano Atlántico. De esta manera, Brown alega que la masa de tierra seca en el planeta era solo un “supercontinente”, dividido por la explosión en fragmentos que son los actuales continentes.
Brown sostiene que la fuerza de todo el proceso fue tan grande que alteró el eje gravitacional de la Tierra, causando cambios bruscos, lo que justifica la existencia de fósiles de plantas y animales típicos de zonas tropicales encontrados en lo alto de montañas hoy congeladas. Además el aspecto del fondo del mar, con su relieve accidentado, hendiduras con kilómetros de largo y profundidad, son pruebas de esos inmensurables dislocamientos de la corteza terrestre. El investigador rechaza las teorías científicas de extinción de algunas especies animales, como los dinosaurios, a causa de cuerpos espaciales como cometas y asteroides, o incluso actividad volcánica, y defiende que el diluvio los exterminó.
Hace décadas, los trabajos de Brown son rechazados por la comunidad científica y por las más importantes publicaciones del sector. Pero aun así, su libro sobre el diluvio tiene la octava edición.