Quienes toman actitudes por la fe, pueden tener plena certeza de que sus decisiones serán sabias
Muchos toman decisiones precipitadas por la emoción y, en consecuencia, terminan mal. Mientras que quienes toman actitudes por la fe, pueden tener plena certeza de que sus decisiones serán sabias. La verdad es que el camino de la fe está lleno de espinas. El libro de Mateo registra lo siguiente.
“Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?
Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.”, (Mateo 12:48-50).
En ese momento, Jesús hizo una enorme separación entre los sentimientos que envuelven a los lazos familiares, de los de la razón, que se relacionan con la fe. Él dejó bien claro que no tenía madre sentimentalmente hablando, pero espiritualmente, su familia es cada uno que hace la voluntad de Su Padre que está en los cielos.
Jesús era la imagen del Dios invisible en la tierra, el primogénito de toda la creación. Todo fue creado por medio de Él y para Él. Él es antes que todas las cosas. En Él todas subsisten (Colosenses 1:15-17). Nadie Lo creó. Él existe por sí mismo. Por eso, no Se deja llevar por los sentimientos, ya que estos ciegan el entendimiento.
En el pasaje de Mateo aprendemos a colocar a Dios en primer lugar. A partir de esa relación entre Dios y el ser humano es que surge la buena convivencia con las personas a su alrededor, con su prójimo.
Los dos grandes mandamientos enseñan: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.”, (Marcos 12:30-31).
A partir de estos dos fundamentos se construye la felicidad en la vida de la persona. Se complementan en la formación de la cruz: el primer mandamiento (persona-Dios) representa el hasta vertical. El segundo (persona-su prójimo), el hasta horizontal. El prójimo de cada uno es la persona que tiene a su lado, tanto familiar como extraño.