Como hombre, yo entiendo las luchas que tienen que pasar, hombres como yo. La necesidad de ser fuerte siempre y no mostrar nunca ninguna debilidad, aunque ella exista. Ser un líder para nuestra familia, para nuestra esposa e hijos, cuando en verdad, nos gustaría que alguien nos mostrara el camino. Escoger lo correcto en un mundo lleno de equivocaciones. Admitir nuestras fallas, cuando nuestros egos no quieren ser expuestos. Aprender a ser hombre, cuando interiormente aun somos solo niños.
Ser hombre no es fácil.
Pero “lo difícil” también es parte de ser hombre. A nosotros no nos gusta nada que sea fácil. Queremos desafíos. Queremos probar que podemos hacerlo, que somos más grandes que el problema que nos desafía.
Es por eso que vamos a la luna, escalamos el Everest, navegamos por el mundo, y construimos autos veloces. Somos encendidos por el sentido de la realización. Y por favor, nunca nos diga que algo no se puede hacer. ¡Vamos a morir intentándolo!
Ser hombre no es fácil. Pero lo preferimos así.
Sin embargo, la verdadera conquista de un hombre no es medida por su poder, dinero o fama. Su mayor realización es vencerse a sí mismo.
“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte, el que domina su espíritu que el conquistador de una ciudad.” Proverbios 16:32
(*) Texto extraído del blog del obispo Renato Cardoso
[related_posts limit=”7″]