¿Está seguro de que tendrá la vida eterna, o está destinado al gran lago de fuego? El juicio está llegando, pero el momento de decidir es ahora
El Juicio final no puede evitarse.
Todos, crean o no, tienen un compromiso con Dios, y tendrán que rendir cuentas de lo que fue hecho o no, en sus vidas, en el juicio final. Será el fin de la historia terrenal y el comienzo de la vida eterna.
Apocalipsis 20: 11-15 relata con detalles cómo será el gran juicio:
“Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo y ningún lugar se halló ya para ellos.
Y vi los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios. Los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida.
Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. El mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos, y fueron juzgados cada uno según sus obras.
La muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda. El que no se halló inscrito en el libro de la vida, fue lanzado al lago de fuego. Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo y ningún lugar se halló ya para ellos.
Y vi los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios. Los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida.
Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. El mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos, y fueron juzgados cada uno según sus obras.
La muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda. El que no se halló inscrito en el libro de la vida, fue lanzado al lago de fuego..”
A partir de aquí podemos reflexionar sobre varios de los aspectos citados.
Quien cree que está escrito en el Libro de la Vida, está salvo. Quien sigue a Jesucristo como salvador, tiene garantizada su vida eterna. Quien no cree, está condenado a la “segunda muerte”. Lanzado en el gran lago de fuego, no tendrá el derecho a la nueva vida que da comienzo al lado de Dios.
Y no hay forma de apelar, como en un juicio común en la Tierra, de la justicia humana. Si aquí tiene lugar una apelación, no es así delante de Dios; porque Él es el juez perfecto, no comete errores (1 Juan 5). Cuando estemos delante de Él, todas nuestras obras serán recordadas y juzgadas, aún aquellas de las cuales no nos acordamos.
Cada uno será juzgado según la condición de su alma, sin recursos de amparo ni prórrogas.
Aquí en la Tierra, en estado de vida biológica, decidimos qué hacer. Decidimos, por medio de nuestras acciones, nuestro destino. Cabe a cada uno elegir si acepta el sacrificio de Cristo por la humanidad, o si lo rechaza. Por lo tanto, se puede decir que tenemos capacidad de elegir entre la vida y el lago de fuego. Podemos elegir la nueva vida perfecta o la segunda muerte.
Como no hay apelación válida, no hay lugar para intentar defenderse con argumentos como “yo no sabía” o “no estoy de acuerdo”. Las reglas fueron establecidas hace milenios. Después de la acción de Adán y Eva, estamos todos en pecado. Nuestra elección sobre la vida con Dios, nuestra elección de Jesús como salvador es la que nos libra de ese pecado. Nuestro nombre en el Libro de la Vida nos asegura la Vida Eterna. El hecho de estar inscriptos en el libro indica que Cristo nos salvó, saldó nuestras deudas. La recompensa está garantizada.
El juicio final se dará después de la vuelta de Jesús. Los elementos quedarán sin mancha, la Tierra vivirá sus últimos días, pues no será más nuestra morada.
¿Y usted?
Usted tiene derecho a la vida eterna. Pero eso no garantiza que usted vaya a gozar de la vida eterna.
Un ejemplo simple: todo trabajador, hablando de los derechos ciudadanos argentinos, tiene derecho a una jubilación. Pero sin determinados requisitos (tiempo de trabajo, contribución provisional, entre otros), Usted no se puede jubilar. Su derecho sólo estará garantizado si usted hiciera su parte para merecerlo.
Lo mismo sucede con la Justicia Divina. Usted tiene derecho a la vida eterna cuando cree, cuando sigue a Cristo, cuando es fiel a Dios. El incrédulo, pierde ese derecho. Jesús no lo defenderá en el juicio final, ya que su sentencia ya está dictada.
Por lo tanto, la decisión de seguir o no con fidelidad a Dios determinará su vida eterna, o la ausencia total de ésta.
Y el momento de decidir es ahora ¿Por qué?
En el caso que usted muriera ahora, no tendría chance de corregir algo equivocado. Todas sus acciones ya determinaron si su nombre está o no en el Libro de la Vida.
Si usted muriera ahora ¿su deuda está cancelada?
Si usted muriera ahora, ¿quedaría libre del juicio?
¿Está seguro de que su nombre está en el Libro de la Vida?
La vida eterna es para siempre. Pero el momento de decidir si usted vivirá así, es ahora.