Dios no perdonó al pueblo rebelde de Israel: lo expulsó de la Tierra Prometida y lo dispersó por todo el mundo. La historia registra su peregrinación por el mundo y cuenta sobre su sufrimiento y su dolor entre extraños.
Aún después de tanto tiempo, al regresar a su tierra, vemos al pueblo de Israel humillado en su propio suelo, por no tener el derecho de construir su mayor gloria: el templo de adoración a su Dios. En su lugar hay una mezquita.
Y si el Dios Vivo no perdonó a Su pueblo escogido, tampoco perdonará a los cristianos tibios. Sabemos que lo que se vomita no se toma nuevamente. Por lo tanto, la misericordia divina es tan infinita que da tiempo para arrepentirse.
Sí, pues el Señor afirma: “Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de Mi boca.”, (Apocalipsis 3:16). Significa que Él aún no vomitó. ¡Aquellos que se encuentren acomodados en la fe deben colocarla en práctica inmediatamente, de lo contrario serán vomitados!
El Señor dice aún: “Por tanto, yo te aconsejo que de Mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.”, (Apocalipsis 3:18).
Hay dos tipos de riquezas: la espiritual, compuesta por el oro refinado por el fuego divino, y la material, constituida por el oro de este mundo. La iglesia en Laodicea estaba acostumbrada a comercializar el oro que enriquece materialmente, y a despreciar la riqueza espiritual. Por eso era tan rica ante el mundo, pero pobre ante Dios.
Bajo este mismo aspecto, tenemos las figuras de Abraham y de Lot. Dicen las Sagradas Escrituras que: “Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar.”, (Génesis 13:6). Entonces, le dijo Abraham a Lot:
“¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda.
Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto del Señor, como la tierra de Egipto en la dirección de Zoar, antes que destruyese el Señor a Sodoma y a Gomorra.
Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán; y se fue Lot hacia el oriente, y se apartaron el uno del otro.”, (Génesis 13:9-11).
Cuando se tiene posesión de la riqueza espiritual, no existe preocupación en disputar la riqueza material con quien quiera que sea, pues la riqueza espiritual da acceso a toda la riqueza material, independientemente de las circunstancias.
El lugar donde vive, la cultura, la raza, el sexo, la edad, nada, en fin, puede impedir a la persona la conquista de la riqueza material, cuando ella tiene en su poder el oro refinado por el fuego, que es la gloria de Dios, ofrecida por el Señor Jesús.
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