Las tumbas de personajes bíblicos como Raquel, Samuel y David – y el que encerró el cuerpo de Jesús en Jerusalén, por 3 días, hasta su resurrección – son visitados por personas de varias culturas de todo el mundo. La tumba que guarda los restos mortales de Daniel también recibe sus visitantes, pero hay algo que la diferencia de los otros sepulcros citados: seis son los lugares en que sus defensores alegan haber recibido el cuerpo del profeta.
Entre tanto, la versión más aceptada por parte de judíos y musulmanes, y hasta en un cierto número de cristianos (para quienes el personaje es muy importante) es la de que sus restos mortales están en Susa, actual Irán. Hay documentos persas del siglo 7 que atribuyen a dicha ciudad el destino final del cuerpo de Daniel, en un santuario con techo en forma cónica, visible desde cualquier punto de la urbe (foto).
Daniel vivió en Babilonia, Mesopotamia, durante su cautiverio, en que servía a la corte. Según los estudiosos, visitaba la cercana Susa frecuentemente y llega a citar la ciudad en su libro, en la Biblia:
“En el año tercero del reinado del rey Belsasar me apareció una visión a mí, Daniel, después de aquella que me había aparecido antes.
Vi en visión; y cuando la vi, yo estaba en Susa, que es la capital del reino en la provincia de Elam; vi, pues, en visión, estando junto al río Ulai.” Daniel 8:1-2
Aunque no esté registrado en la Palabra Sagrada el lugar donde el profeta murió, la tradición defiende a Susa, como lugar de reposo final de su cuerpo.
Relatos de Tudela
El escritor medieval Benjamín de Tudela (1130-1173), un judío español, describió en sus libros la vida de la Edad Media por todos los caminos que recorrió por Europa, Asia y África, tal como lo hicieron los viajantes del nivel de Marco Polo por esos y otros parajes.
Tudela (ilustración, junto a su comitiva) visitó Asia entre 1.160 y 1.163, y relató que había una creencia popular sobre el cuerpo de Daniel, situado cerca de la margen del río Ulai: quien viviera sobre la margen donde el profeta estuviera enterrado, tendría una vida próspera y feliz, mientras que quien residiera del otro lado del curso del agua, pasaría por mucha miseria. A fin de resolver el “problema”, los habitantes de la ciudad hicieron un acuerdo: periódicamente, los restos mortales cambiarían de lugar, alternativamente, en cada margen. Tal costumbre perduró por años, hasta que el Sultán Sanjar (1085-1157), en visita a Susa, supo acerca de la práctica y la prohibió, alegando que era una gran falta de respeto hacia el profeta.
Sanjar ordenó entonces, que los huesos de Daniel fueran enterrados en la mitad de un puente, sobre el cual fue construida una capilla, que podría ser visitada por personas de cualquier creencia.
El templo en el que estarían los restos del profeta, recibió un techo en forma de cono, que quedaría exactamente sobre la sepultura, con dos minaretes (torres típicas de las mezquitas) cercanos.
Lugares “alternativos”
Supersticiones idólatras aparte, otros cronistas de la época alegan, sin embargo, que el ataúd con los restos de Daniel fue enterrado en el lecho del río, y la tumba podía ser vista desde la orilla.
Además de esta historia, se tiene a otros lugares como reposo final de los huesos del profeta, lo que es defendido por autoridades y habitantes locales por atraer peregrinos:
– En el área de la antigua Babilonia – lo que tiene cierto sentido –, en el actual Irak.
– Kirkuk, también en Irak, en un edificio de origen judaico convertido en templo cristiano, después refaccionado como mezquita. En este lugar, estarían los restos no sólo de Daniel, sino también de sus compañeros judíos, que servían con él en el palacio babilónico.
– Muqdadiyah, Irak. La considerada tumba habría sido destruida por rebeldes de una ciudad vecina, Al Wahihiya, en el 2007, fruto de los disturbios de protesta por la permanencia de tropas de los Estados Unidos y aliados en el país desde la caída de Saddam Hussein.
– La ciudad de Mala Amir, en Turkestán, gran región de Asia Central de la cual el Uzbekistán forma parte.
– Samarcanda (la bella ciudad, foto), en Uzbekistán, país de Asia Central que ya formó parte de la extinguida Unión Soviética. La justificación se basa en un acontecimiento no comprobado por la historia. El emperador turco-mongol Tamerlán (1336-1405) tenía dificultades de tomar Mesopotamia, ya que sus tropas no querían faltar el respeto, al lugar donde Daniel estaba enterrado. Por ese motivo, montó una operación para apoderarse del cuerpo del profeta y trasladarlo hacia la región del actual Uzbekistán.
Más allá del lugar en que su cuerpo físico fue enterrado, lo que realmente vale para los cristianos es el gran ejemplo de Daniel como hombre obediente a Dios y sumiso a Sus designios.
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