Había un hombre, hace mucho tiempo atrás, muy religioso y conocedor de las Escrituras. Él practicaba la justicia, la honestidad y la bondad. En otras palabras, era un ciudadano bueno y correcto, así como muchas personas hoy en día lo son. Pero, una vez, ese hombre, aparentemente ejemplar, escuchó que Jesús dijo que se necesita cambiar completamente el interior, a través del nuevo nacimiento.
En ese instante, Nicodemo, como se llamaba, no entendió nada, y pensó cómo podría nacer nuevamente del vientre de su madre, siendo que ya era un hombre adulto. Pero Jesús no hablaba de un nacimiento físico, y sí espiritual. Y para esa nueva vida es necesario que haya también un nuevo corazón y una nueva mente, lo que solo es posible cuando se nace de Dios.
Pero, ¿cómo sucede eso? ¿Qué es necesario para nacer de nuevo?
El nuevo nacimiento viene del Espíritu de Dios, que desciende sobre la persona que Lo desea, cuando esta reconoce que necesita una transformación interior y por eso se entrega de cuerpo, alma y espíritu a Él. Sin embargo, no son todas las personas que admiten esa necesidad de Dios y de una nueva vida.
Muchas son aquellas que creen que por ser solidarias, honestas, bondadosas y justas ante la sociedad no necesitan ese nuevo nacimiento. Pero, esas cosas vienen de la justicia humana y se necesita mucho más que una vida correcta, y hasta religiosa, para alcanzar la Salvación.
Jesús vino para todos, pero no todos se consideran perdidos y necesitados. Algunos se creen lo suficientemente capaces de cualquier hecho por confiar en la propia naturaleza, en sus buenas y perfectas acciones o en su vida religiosa impecable. Siendo así, ¿cómo puede haber un nuevo interior en la vida de alguien que no reconoce que necesita cambiar? ¿Quién cree que es lo suficientemente bueno como para tener una transformación interior?
Los miércoles, en todas las Universal, hay una reunión especial para las personas que desean nacer de nuevo y saber más sobre cómo sucede ese proceso revolucionario en la vida de los que desean recibir el Espíritu Santo.
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“No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.” Juan 3:7
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