Un verdadero líder no espera que los demás le sirvan, sino que él se compromete a servir a los demás.
Tenemos la costumbre que son los empleados de la empresa los que se ponen al servicio del jefe, el revés parece utópico. Un buen líder tiene otra concepción, sabe que el auténtico significado del liderazgo es servir a los demás, ayudando y poniendo todos los medios para que los demás alcancen todo su potencial, tanto humano como profesional, dentro de la organización.
Para ser un buen líder debes tomar conciencia de eso. Debes empezar a ponerte al servicio de los demás. Es uno de los talentos de un buen líder.
Servir no es hacer el trabajo de los demás.
Servir para un líder es facilitar las cosas, enseñar a los demás, ayudar a descubrir el camino que se debe seguir y estar cuando se le necesite. Es ayudar a las personas de su equipo a encontrar las soluciones.
Cuando lideras, sirviendo a los demás, es cuando realmente alcanzas un gran poder, no comprado sino ganado, porque los demás empiezan a creer en ti honestamente y depositan su fe, aumentando así tu poder de influencia. El poder emana de tu liderazgo.
Debes dar poder y entrenar a tu equipo para que obtenga resultados. Esto requiere de tu equipo que sea responsable de sí mismo y de su trabajo.
Como líder, si no aprendes a amar el servicio, a dar (incluso en aquellas situaciones que pueden parecer causas perdidas), nunca llegaras a ser un líder con influencia y poder, ya que las personas sólo se entregan cuando ven que sus superiores muestran una gran preocupación por ellas.
Cuando das más ayuda a las personas de tu alrededor, más te estás ayudando a ti mismo.
El poder se obtiene ganando la confianza e influencia cuando ayudas a los demás, cuando les sirves. Si ayudas a cada miembro de tu equipo a subir, subirás tú igualmente.