Son varios los tipos de fobias que pueden obstaculizar el recorrido de la vida de una persona: animales e insectos, elementos naturales (como tempestades), situaciones (como viajar en avión), lo social (miedo de hablar en público). Pero, si el miedo es un sentimiento natural del hombre, tener fobia, no.
El miedo es una reacción a algún peligro externo, un aviso de alerta. Sin embargo, no le debe impedir a una persona hacer las cosas que más le gustan ni cumplir sus compromisos. Al mismo tiempo, la fobia es un disturbio irracional que, al persistir, causa excesiva ansiedad, oprime a la persona y a quien está a su alrededor.
“La persona con fobia pasa, conscientemente, a evitar situaciones; solo por anticipar en un pensamiento una situación fóbica, puede sufrir bastante y llegar a tener una crisis de pánico. Aunque la persona sepa cuan absurdo es su miedo, eso no llega a aliviar sus síntomas. Y eso, obviamente, puede perjudicarla en el día a día”, explica el psiquiatra Deyvis Rocha.
Por eso no deje que el miedo permanezca en usted y trabe su rutina. La ansiedad es un síntoma de duda que sólo impide la acción de Dios en su vida. No permita que esos pensamientos anden con usted. Su fe racional es mayor y la oración lo fortalecerá frente a ese mal que se manifiesta.
“Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” Filipenses 4:6
Defienda su fe. Si usted aceptó a Jesús, sabe en quien está confiando su vida. Si recibió el Espíritu Santo, conocerá el camino de la salvación. Dejando de lado la ansiedad, usted se transformará en una persona bendecida y tendrá recursos propios para vencer todos los miedos.
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