La llegada del bebé trae grandes cambios para un matrimonio. Aun siendo muy deseado, inevitablemente, el nacimiento del hijo transformará la rutina del matrimonio. La familia que antes estaba compuesta por dos, pasa a contar con un tercer miembro y eso va a exigir una atención total, tanto de la mujer, como del hombre.
El cambio de marido y mujer a padre y madre pueden traer algunos conflictos a la relación, ya que muchas mujeres, durante los primeros meses del bebé, dejan de lado el papel de esposa para dedicarse enteramente al papel de madre.
Para la psicoanalista Elza Marques Caloba, del Hospital Moncorvo Hijo, en Río de Janeiro, la llegada del bebé, puede generar conflictos como alegría y fortalecimiento en la unión; eso va a depender de la aceptación subjetiva de los padres.
Ella afirma que es natural la alta dedicación femenina a la maternidad. “La mujer ahora está generando un ser dentro de ella y claramente de una forma saludable va a necesitar dedicarse a ese emprendimiento.”
Según la especialista, para que esta dedicación no traspase el límite e interfiera negativamente en la vida íntima del matrimonio, es necesario que la mujer sepa distribuir su tiempo entre la dedicación al compañero y la gestación del hijo, haciendo que éste comparta con ella esos momentos. “Es fundamental que estén juntos en la preparación que el hijo va a necesitar para nacer saludable y querido.”
Responsabilidad mutua
Con el nacimiento de un hijo, las responsabilidades del matrimonio aumentan más aun. Además de las cuentas de la casa, la compra del mes y la organización del hogar, ahora habrá un bebé, que seguramente ocupará gran parte del tiempo de los dos.
“La llegada de un nuevo miembro no puede verse como la de una visita que llega y se va. Las responsabilidades surgen a medida que el matrimonio va conversado y evaluando el significado de ser padre y madre”, explica Elza.
Para la especialista, los conflictos en el matrimonio solo aparecen cuando las tareas no son claramente definidas, antes de la llegada del bebé, cuando solo uno (generalmente la madre) queda sobrecargada. “El lugar de esposa no quedará excluido si las nuevas tareas fueran compartidas; y el lugar del marido y de la mujer no se reducirán al de padre y madre”, puntualiza.
“Vemos matrimonios donde la mujer le dice al marido `padrecito´ y éste se dirige a ella como `matrona´. De esa manera, los lugares se yuxtaponen y queda confusa la dinámica familiar. Hay situaciones en las que aun no diciéndolo verbalmente, lo hacen con actitudes indiscriminadas”, añade la psicoanalista.
Según Elza no hay una función predeterminada para el hombre y para la mujer. Antes del nacimiento del bebé esto debe ser discutido y definido entre ellos. “Cada uno de los padres tienen sus limitaciones y sus preferencias; en cada momento podrán buscar, por la vía del amor, una distribución de los quehaceres.”
“Es necesario recordar que aun con varios manuales de cómo ser madre y ser padre, es el aquí y ahora de cada momento, que se va consolidando la experiencia y fluyendo la seguridad de cada instante”, finaliza.