“Estoy casada y gracias a Dios todo va bien en mi matrimonio. Solo que mi madre quiere atención, quiere que yo tenga tiempo para ir a su casa, y, cuando voy, hace algunas bromas acerca de mi esposo. A él no le gusta que yo vaya, pero ella reclama que quiere la misma atención que ve en las demás familias. El problema es que tengo una vida muy ocupada y ella no lo entiende. Yo ya conversé con ella, le dije que ese vacío solo podrá llenarlo el Señor Jesús. Ya la visité este año, ¡pero ella quiere que vaya siempre! Bueno… estoy mandando este e-mail porque hoy yo fui a intentar hablar con ella, y me despreció, no quiso mirarme. ¡Hasta qué punto llegó! ¿Cómo puedo solucionar este problema?” – Amiga.
Respuesta:
Amiga, yo entiendo perfectamente que usted ahora tenga otra prioridades y está correctísima en relación a eso.
Sin embargo, necesita entender que ella no es solo su madre, sino un alma también.
Busque ponerse en su lugar, ella siempre la tuvo cerca y, probablemente, debe estar sola ahora, y encima de todo sin el Señor Jesús.
Su madre necesita afecto y, por más que sepamos que esa necesidad solo dejará de existir cuando ella tenga un encuentro con Dios, ¿cómo deseará encontrar al Dios de quien su hija tanto habla, si ni siquiera su hija se encuentra presente?
Querida, perdóneme si estas palabras son fuertes, pero, a veces es necesario que nos coloquemos en el lugar de las otras personas para poder entender lo que ellas están sintiendo.
Préstele más atención a su madre, y no me estoy refiriendo solo a su presencia física, sino que usted podría llamarla con más frecuencia, enviarle mensajes cariñosos por el celular o por las redes sociales, podría sorprenderla con pequeños recuerdos de vez en cuando, en fin, haga que ella sienta la fragancia del Señor en usted.
Estos son mis consejos para usted.
Espero haberla ayudado.
En la fe,
Flávia Barcelos.
(*) Respuesta retirada del blog de Cristiane Cardoso.
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