¿Puede una simple mirada cambiar la vida de alguien? Según el actor italiano Pietro Sarubbi, sí. Fue él quien interpretó al condenado Barrabás (foto), a quien el pueblo eligió absolver, y crucificar en su lugar a Jesús, en el film “La Pasión de Cristo”, de Mel Gibson.
Sarubbi era un hombre de personalidad fuerte, que no le temía a los desafíos de la profesión que eligió desde su juventud. Cuando era un muchacho, huyó de su casa y tomó su camino en una compañía de un circo. Con el pasar de los años, recorrió el mundo en búsqueda de llenar el vacío espiritual que lo afligía. Se reclutó para ser instruido en artes marciales en el monasterio de Shaolin, en China. En otro monasterio, en el Tibet, cumplió un voto de silencio durante 6 meses en búsqueda de una iluminación. Practicó meditación en la India. Vivió por un tiempo en la rústica Amazonia (donde aprendió un portugués, que habla con facilidad). Como actor, trabajó en varias obras de teatro y en películas de tv y cine italianos; también pasó por Hollywood – en la película “Capitán Corelli”, de 2001, con Nicolas Cage, Penélope Cruz y Christian Bale-.
A pesar del largo camino, llegó al fin de su búsqueda por la paz, cuando le fue dado el papel de Barrabás en el 2003.
Encarando al jefe
El orgulloso actor, consciente de su talento, aceptó el papel, pero creía que podía conseguir algo mejor. Sin el menor temor, fue a hablar con Mel Gibson (foto en el set italiano). Quería un papel de mayor peso. Quería ser el apóstol Pedro, que pensaba que coincidía más con él.
Gibson, que ya probó su talento en la dirección de “Corazón Valiente”, lo que le valió dos Óscar (mejor actor y mejor película en los premios de 1996), es famoso por ahondar en las investigaciones de sus películas y ser preciso en la elección de elencos. Para “La Pasión…”, se basó en la apariencia de los personajes, en pinturas clásicas, como las de Caravaggio, y tenía a su Pedro y su Barrabás bien compuestos en su mente. No le dio el papel del rústico “pescador de hombres” a Sarubbi.
El actor italiano no quiso darse por vencido. Entonces, le sugirió al director, que tuviera más líneas, lo que le garantizaría un mayor destaque en la trama, aunque su aparición fuera breve.
Nuevamente, la “Máquina Mortífera” Gibson dijo “no”. Para él, Barrabás no tenía más voz, no tenía nada que decir. El director y productor, que enfrentó a la implacable industria hollywoodense para lanzar su película (lo que le provoca sinsabores hasta hoy), le explicó mejor al insistente intérprete: Barrabás no era simplemente un bandido. Él descendía del noble linaje de Zelotes. Estuvo preso durante años y, torturado, se rindió ante el sufrimiento y se convirtió en un animal, prácticamente, una bestia. “Él usó todo su aliento para gritar contra las innumerables injusticias que sufrió”, le explicó Gibson a Pietro. “Por convertirse en esa bestia, no tiene más palabras. Él se expresa con la mirada. Por eso yo lo elegí a usted, después de mucha investigación, para que fuera mi Barrabás. Usted debe parecer un animal salvaje y, al mismo tiempo, alguien que mire lo profundo de sus ojos tiene que poder ver un ser humano bueno. Y ese alguien es Jesús. Sólo Él ve, en lo profundo de la mirada y del corazón de Barrabás, que existe allá dentro algo que puede ser salvo. Aunque nadie más vea eso, Él ve.”
Vencido por los argumentos del jefe, Pietro no insistió más. Aun así, se sentía disconforme con su papel. Hasta que vio a su colega Jim Caviezel, quien interpretó a Jesús, antes de la escena en la que el pueblo perdonaba a Barrabás y condenaba al Mesías.
Dignidad
Caviezel consiguió el papel principal, que muchos actores deseaban, por el desafío profesional que representaba. Sarubbi vio al joven de cabellos largos, sin vestimenta y descalzo, en el frío, pacientemente esperando su momento para entrar en escena, concentrado. Podría muy bien reivindicar los privilegios de una estrella principal, y estar en un trailer calefaccionado cercano al set, pero estaba allí, como todos los demás.
El actor estaba caracterizado como Cristo, con el maquillaje simulando las agresiones sufridas. Aunque estaba muy sucio y con frío, Pietro vio mucha dignidad y humildad en el muchacho. Aquello lo impactó.
Por primera vez, él mismo, ya caracterizado como Barrabás, barbudo, inmundo y andrajoso, descalzo, también sintiendo en la piel, el frío de Italia, que sintió su personaje.
Primera mirada
Sarubbi vio a Caviezel de lejos, y se quedó observándolo por un tiempo, ya que el director le dio una orden. Gibson dijo que, aun cuando estuvieran cerca, Pietro debería evitar mirar el rostro de su colega. “Yo quiero que las personas noten el impacto de Barrabás cuando Jesús lo mira fijamente. Entonces tiene que parecer realmente la primera mirada, la sorpresa. Suceda lo que suceda, solo mira a Jim en el momento exacto que lo dice el guion. Quiero que su mirada sea la de aquel que ve a Jesús por primerísima vez. Barrabás es como un perro feroz, pero se convierte en un niñito cuando encuentra al Hijo de Dios y es salvo.”
“¡Acción!”. Grita el director. Barrabás clama al pueblo, gruñe, por perdón. Muestra una risa nerviosa, que demuestra al mismo tiempo aflicción y bajeza. Casi delira al verse libre después de tanto tiempo, con placer y desdén. Hasta que Jesús lo encara, tiernamente.
Finalmente Pietro miró a Caviezel al rosto, directamente. Pero no fue a quien vio exactamente.
“Cuando nuestros ojos se cruzaron, fue un gran impacto. Sentí como si hubiera una corriente eléctrica entre nosotros. Era como si no viera más a Jim Caviezel, sino que veía al propio Jesús.
A partir de aquel momento, la vida del actor italiano, nunca más sería la misma.
Pietro se convirtió y aplicó su fe en todos los aspectos de su vida. En la relación con su esposa y sus cuatro hijos. En el trabajo. En el carácter. El actor narra eso en el libro que escribió para hablar de su renacimiento como hijo de Dios, “Da Barabba a Gesù -Convertito da uno sguardo” (“De Barrabás a Jesús, convertido por una mirada”).
Hoy el actor es un hombre dedicado a la familia. De vez en cuando, se viste de payaso para divertir y darles mucho cariño a niños de orfanatos. Da clases en escuelas para actores y para ejecutivos que precisan hablar bien en público. Imprime su fe en todos los aspectos de su vida. “Utilizo lo que llamo ‘el método del guerrero, de sacerdote y de payaso’: en la vida es necesario ser fuerte y honesto, pero al mismo tiempo jugar.”
“Barrabás es un símbolo de nuestra civilización. Es el hombre que Jesús substituyó en la cruz y lo salvó. Él representa a toda la humanidad, salva.”
La “corriente” que sintió en el set encendió, en el corazón de Pietro, la luz de Dios.
“Nunca había sucedido nada siquiera parecido en todos mis años de carrera”, dijo el actor en una entrevista a una revista italiana. “Hago lo posible para que aquella mirada continúe siendo importante para mi, todos los días.”