Los conceptos viven dentro de nosotros y en el día a día del mundo. Cuando son comprendidos y vividos, se transforman en el comportamiento y nos ayudan decisivamente, a alcanzar nuestros objetivos; sean personales, familiares, profesionales o empresariales.
Sin duda, un comportamiento muy admirado por todos es la proactividad. Una postura característica de aquella persona siempre disponible y capaz, insertada en el contexto del ambiente en que vive y con quien siempre esperamos poder contar. Por ese motivo, todos quieren a una persona proactiva cerca.
¿Se trataría de alguien con iniciativa, eficiencia, agilidad, diligencia, eficacia, rapidez u objetividad? Aunque estas cualidades estén presentes en alguien proactivo, no son sinónimos de proactividad.
En verdad, la proactividad es el comportamiento que proviene de un estado de consciencia, rapidez y actitud, que permite prever, reconocer y asumir la responsabilidad de intervenir y hacer que las cosas fundamentales sucedan en el momento correcto.
Además, es la capacidad y voluntad de intervenir en la realidad de manera consciente, positiva y responsable, respondiendo adecuadamente a los estímulos, dificultades y desafíos a los que somos sometidos diariamente.
Las personas verdaderamente proactivas se comprometen inmediatamente, asumen la responsabilidad, actúan en el momento correcto – no en cualquier momento- y se mantienen vinculadas al tema en todas sus fases, hasta llegar a la solución.
Buscan prever y actuar sobre futuras necesidades y, en los momentos de decisión, siempre consideran las posibles repercusiones y consecuencias de sus elecciones.
Principales características de las personas proactivas
– Reconocen y valora los sentimientos, sin dejarse presionar por éstos;
– Asumen la responsabilidad sobre sus errores y buscan corregir las consecuencias;
– Son interdependientes, estimulan la reciprocidad y comparten la posibilidad de hacer conjuntamente las cosas;
– Frecuentemente conquistan posiciones de liderazgo;
– Ponen los valores por encima de sus sentimientos y emociones;
– Se brindan en pos del vínculo afectivo y buscan construir la felicidad juntamente con el otro.
Las principales maneras de estimular la proactividad
– Enfatizar la importancia de las cosas. Valorar lo que se debe hacer. Sentirse importante. Además, buscar la compañía de personas igualmente o más proactivas;
– Cercanía a quienes depositen su confianza en ellos. Acostúmbrese a pedir ayuda solamente cuando agote lo que pueda hacer por su cuenta;
– Ejercite el auto-cuestionamiento, preguntándose siempre si su actitud frente a una determinada situación fue la más adecuada, o si sería posible un mayor nivel de compromiso en la cuestión;
– Si se equivocó, no se quede masticando culpas. Busque qué puede hacer para revertir o minimizar los efectos del error;
– No abuse del acto de delegar. Elija siempre algo realmente importante y comprométase con la realización de esa parte, siguiendo lo que delegó en otros. En toda y cualquier estrategia, la responsabilidad mayor siempre es de quien tiene el comando.
(*) Carlos Hilsdorf es economista, con MBA en Marketing y consultor.